miércoles, 19 de junio de 2019

INFANTES

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 18 DE JUNIO DE 2019 

En todas la casas cuecen habas. Hasta en la Casa del Rey, aunque allí no sé si las cocerán con langosta, que para eso son muy finústicos. Lo digo porque la Infanta Elena ha regañado públicamente a su hija al darse cuenta de que se le veía el tirante del sujetador, y la chiquilla le ha respondido con un gesto de ay, mamá, déjame en paz. El mismo gesto de cualquier adolescente en cualquier parte del mundo, que mucha nanny inglesa y mucha hípica y mucha regata, pero a la hora de mirar a los padres con cara de qué dice esta tía loca no hay pedigrí ni apellido compuesto con guion en medio que valga. A este paso, el día que Victoria Federica se haga un piercing en el ombligo se monta una que ni la batalla de Olmedo.  

El "lávate los dientes, échate desodorante y quítate esa camiseta churretosa" que le suelto al heredero cada vez que sale por la puerta es el nuevo "ponte las bragas limpias por si tienes un accidente" que me decía mi abuela: de todos es sabido que, mientras están intentando salvarte la vida en el quirófano porque te ha atropellado un trolebús, hay una enfermera revisándote la ropa interior para luego apuntarlo en el informe clínico. Pero estos adolescentes marrandungos que huelen a hormona reconcentrada, a desafío y a hartazgo, también huelen a nervios, a angustia y a inseguridad: que si los finales, que si la selectividad, que si estoy gorda, que si estoy flaco, que si no me hacen caso, que si no sé en qué matricularme, que si los granos, que si nadie me entiende. Tienen que ser bonicos, y listos, y sacar buenas notas, y caer bien, y ser aceptados, y aceptarse a sí mismos. Y todo eso exponiéndolo en las redes, no sea que se vayan a hacer el moco y no se enteren en Kuala Lumpur. Y sintiendo que se les escapa el mundo que tienen al alcance de la mano, y aguantando que nosotros nos tomemos sus problemas a chufla, y soportando a unos vendetazas que les impulsan a perseguir sus sueños cuando todavía no saben que, a veces, hay sueños que es mejor no alcanzarlos nunca. Qué presión, oigan. No volvía yo a los quince ni así se me pusiera a tiro John Cusack. El de hace treinta y cinco años, claro. El de ahora, ni con un palo.  

2 comentarios:

Antonio Meroño dijo...

No se conserva mal John Cusak, que debe ser mayor que nosotros....los hay que estamos peor..jeeje…..pasa buen verano....

Ana Cazorla Ros. Redacción, creación y corrección de textos. dijo...

Qué lujo leerte.