PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2015
“¡Qué alegría, qué alboroto, que se nos casa
Maroto!”, anunció alborozada la secretaria de Génova 13 cuando llegó la
invitación de boda a la sede del PP. No contaba la pobre con que a la plana
mayor del partido le iba a dar un parraque, que se les quedó la misma cara que
a una señora de Serrano cuando su único hijo le dice que se casa con una mujer quince
años mayor, divorciada y madre de tres adolescentes bakaladeros. Pero en esos
casos hay que tragar quina y ser madrina, que por un hijo se hace lo que sea. Y
por un puñado de votos, ni les cuento.
Maroto quería un bodón, que el primer paso
para normalizar el matrimonio gay es no casarse de tapadillo, pero al final contrajo
matrimonio en su despacho a las 9:30 de la mañana en lugar de a las 8 de la
tarde, ante el temor de que media Vitoria se presentara allí y aquello fuera un
remedo de la boda de Lolita, con Mariano Rajoy gritando “Si me queréis, irsen”.
Ya casados, los novios entraron al banquete al ritmo de Conchita Wurst, en un
convite más eurovisivo que un cumpleaños de Massiel: las
mesas tenían nombres de cantantes de Eurovisión (a Rajoy le tocó la de Céline
Dion) y a los novios les regalaron un video con felicitaciones de
representantes españoles en el certamen. La mala noticia es que también les
mandó un saludo José Vélez, gafe de reconocidísimo prestigio que puede llevar
la suerte negra al matrimonio. Menos mal que, si eso pasa, existe el divorcio,
por mucho que Álvarez Cascos votara en su contra y luego se casara tres veces. Y
también existe el matrimonio gay, a pesar del recurso presentado por el PP ante
el Constitucional y de las peras y las manzanas de Ana Botella, esa mujer con
una macedonia en la cabeza y un nido de gaviotas en el pelo. Pero el PP ha
hecho bodón y cuenta nueva, y ahora es gay friendly. Ya lo dijo Dolly
Parton cuando le preguntaron si estaba a favor del matrimonio homosexual: “¡Claro!
¿por qué no dejarlos que se casen? ¡Que sufran como lo hace el resto!”.
Para celebrarlo, Soraya cantó
por Nino Bravo y aguantó hasta el final de la fiesta, como Rajoy, que acabó
bailando una conga al ritmo de los Village People. Sólo faltó que el presidente
terminara marcándose un “Estamos tan a gushtitooooo”. Amárrame esos pavos.
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