PUBLICADO EL MARTES 19 DE MAYO EN LA VERDAD
Qué difícil es sustraerse del ambiente
electoral, tanto que a estas alturas del año aún no he escrito el clásico
artículo estival y autoflagelante sobre las similitudes existentes entre
servidora tumbada en la arena y una ballena blanca varada en la playa. Me
resulta complicado pensar en estos pequeños infiernos veraniegos cuando hay muchos
hombres y mujeres que viven un tormento aún mayor. Y es que una, que es muy
empática, no puede evitar sufrir cuando ve a los candidatos en campaña.
Si esto es Motilla del Palancar, hoy es martes.
Y lo mismo da una plaza de toros que el salón de bodas y baquetes Maribel. Y
una comida por aquí y una cena por allá, y prueba esto, compañero, que en este
sitio el cordero lo hacen de maravilla, que cómo te vas a ir sin tomar ná. Y
los asistentes del candidato, madres contratadas por horas, les van pasando bajo
mano un Omeprazol, un Almax, caramelos para la garganta, algún que otro Orfidal
y la colección de píldoras que recomendó Preysler: magnesio, colágeno, fósforo,
calcio y todas las vitaminas del alfabeto, del nuestro y del cirílico. Y
carretera y manta. Y más besos, y más abrazos, y más selfies. Y los jefes de
prensa, padres contratados por horas, al borde del parraque permanente,
apagando fuegos, sincronizando agendas. Y llegan los dirigentes nacionales para
arropar a los candidatos locales, y los candidatos locales se despepitan al oír
cómo los dirigentes nacionales los llaman por sus nombres de pila, y les dicen
al respetable que voten por Pepe, por Ana o por Reme porque tienen toda su
confianza, cuando no hace ni dos minutos que les han presentado a Pepe, a Ana o
a Reme. Y los peces gordos se van, y los pequeños siguen nadando. Y una
Coca-Cola, un repaso al maquillaje o un cambio de camisa. Y seguimos para
bingo.
Qué angustia, qué sinvivir, qué todo. Si
nosotros tenemos ganas de que pase la campaña, ellos tendrán más. Seguro, que
también son personas humanas. Están tachando los días en el calendario como
Pantoja en el talego. Y ustedes quieren que yo me preocupe porque estoy tan
blanca y tan gorda que el capitán Ahab podría perseguirme arpón en mano. Lo mío
y lo de mis lorzas, al lado de lo de esta gente, es una broma. Que acabe ya la
campaña. Por su salud y por la nuestra.
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