PUBLICADO EN EL "ESPECIAL ELECCIONES" DE LA VERDAD EL 9 DE MAYO DE 2015
Cuando Jay Z le prometió a Beyoncé fidelidad
eterna, ésta le hizo firmar un contrato prematrimonial por el cual se
embolsaría cinco millones de dólares cada vez que a su flamante marido le diera
por rapear fuera de casa. No es que fuera desconfiada la muchacha, es que
Beyoncé, la mujer con el escote en el culo, es muy de contratos, tanto que
hasta exige por escrito que el papel higiénico con el que se limpia el beyoncino
sea rojo.
Pero en lo del matrimonio le doy la razón: los
acuerdos prenupciales sirven para obligar al otro a cumplir sus promesas. Las
de amor o las electorales. Y cada vez que un ciudadano mete una papeleta en la
urna, el partido y el votante firman un acuerdo prenupcial: yo le voto y usted
cumple lo que prometió. Y prometer, están prometiendo más que Yola Berrocal cuando
se presentó a alcaldesa de Marbella por el YIL, el Yola Independiente Liberal, dispuesta
a subvencionar las cirugías estéticas de los vecinos a través de una Concejalía
de Belleza y Salud. A punto estuve de empadronarme allí: me da Yola pista libre
y le hago un agujero a las arcas municipales más grande que el de la capa de
ozono que, con esto de las operaciones, cuando haces pop ya no hay stop.
Desafortunadamente, Yola no llegó al poder. Y da
igual: de haber llegado, sólo le habría preocupado cómo mantenerse en él, y
servidora se hubiera quedado sin liposucción. Pero decía Mazzini que “Las promesas son olvidadas por los príncipes, no por los
pueblos”. O, lo que es lo mismo, que cosa prometida es medio debida. Y los
ciudadanos han empezado a tomar rabos de pasas. Por algo será.
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