PUBLICADO EL MARTES 10 DE MARZO DE 2015 EN LA VERDAD
Canta Calamaro que Maradona no es una persona cualquiera. Desde luego: una persona cualquiera no vive media vida como Dios y la otra media como un ángel caído, pero tampoco se hace un lifting y acaba pareciendo una señora mayor que se arregla para ir al ambulatorio. Las personas cualquiera no nos operamos, nos conformamos con echarnos una crema antiarrugas en la que ponemos más fe que Iker Jiménez en las caras de Bélmez. Porque las personas cualquiera sabemos que operarse es como casarse: una sólo lo hace para mejorar. Y si muchos casorios acaban en divorcio, muchas operaciones terminan en apocalipsis, como las de Mickey Rourke, Renée Zellweger o Kalina de Bulgaria. Por eso espero que el lifting de Maradona no se convierta en tendencia entre el futbolerismo, que no quiero ni imaginarme a Camacho cambiando sus carrillos hiperdesarrollados por los pómulos de la Obregón. Se me abren las carnes de pensarlo.
Canta Calamaro que Maradona no es una persona cualquiera. Desde luego: una persona cualquiera no vive media vida como Dios y la otra media como un ángel caído, pero tampoco se hace un lifting y acaba pareciendo una señora mayor que se arregla para ir al ambulatorio. Las personas cualquiera no nos operamos, nos conformamos con echarnos una crema antiarrugas en la que ponemos más fe que Iker Jiménez en las caras de Bélmez. Porque las personas cualquiera sabemos que operarse es como casarse: una sólo lo hace para mejorar. Y si muchos casorios acaban en divorcio, muchas operaciones terminan en apocalipsis, como las de Mickey Rourke, Renée Zellweger o Kalina de Bulgaria. Por eso espero que el lifting de Maradona no se convierta en tendencia entre el futbolerismo, que no quiero ni imaginarme a Camacho cambiando sus carrillos hiperdesarrollados por los pómulos de la Obregón. Se me abren las carnes de pensarlo.
Decía Mariví Bilbao que para qué sirve estar estiradísima
si al final te tienen que ayudar a levantarte de la silla, porque tu cara
aparentará cuarenta, pero tu cuerpo sigue teniendo ochenta. Y Carmen Maura
apunta que, como ella no se ha operado, va a acabar haciendo todos los papeles
de abuelita. De abuelita loca y extravagante, como la Charito, aquella
cartagenera con alma de neoyorquina excéntrica que paseaba camino del muelle de
San Pedro con sus collares, su bolso coqueto, sus estampados de colores y sus
labios pintados de rojo. Hoy, la Charito sería una “it yaya”, que la pilla un
blogger y la convierte en la Iris Apfel local.
Pero ya sea llena de abalorios o con alivio de
luto, si la arruga no puede ser bella, al menos que sea digna. Y aunque la
vejez no nos asegure la sabiduría, porque tontos hay a todas las edades, que
tampoco nos quite la curiosidad. Que podamos envejecer como Soledad Lorenzo,
Margarita Salas o Elena Asins. Que nos acompañen la cabeza y las piernas, y que
nos convirtamos en viejas deslenguadas, activas, divertidas e inteligentes. Que
nuestros nietos besen nuestras caras arrugadas y nos pregunten cómo
sobrevivimos a la crisis, a varias ediciones de Gran Hermano, a las hombreras
de los 80, al reggaetón, a los palos de los selfies, a José Luis Moreno y a la
reducción de vinagre de Módena. Y que podamos contarles que Maradona fue un
grandísimo futbolista antes de convertirse en Carmen de Mairena.
![]() |
Soledad Lorenzo, Iris Apfel y La Charito, su versión cartagenera |
1 comentario:
Qué difícil saber envejecer con dignidad en una época en que la juventud es más celebrada que la inteligencia.
Yo tengo ganas de ver a alguien que se haya operado bien (tipo Pataky pero más madura) para que me dé verdadera envidia.
Mientras, tiraremos de cremas y yoga.
¡Besos!
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