PUBLICADO EL MARTES 15 DE JULIO EN LA VERDAD
Paradojas: las hay que queremos ponernos bikini y no podemos,
y las hay que pueden ponérselo y no quieren. Y, menos, si las obligan: las
jugadoras españolas de balonmano playa se han rebelado y se han negado a
competir con el uniforme impuesto por la Federación Internacional, un top y una
braguita tan pequeña que no puede tener un ancho mayor de diez centímetros. Acabáramos.
La única explicación posible de este despiporre es que hayan
nombrado a Hugh Hefner presidente de la Federación porque, si no, no se entiende
que pretendan vestir a unas deportistas como conejitas de Playboy. Pero las
chicas han dicho que nanay, que te pongas tú el top, presidente, que ellas
juegan en camiseta y pantalón; que pruebes tú a darle a la pelotica con las
bragas desapareciendo entre los dos cachetes, tío listo, a ver lo cómodo que
resulta jugar vestido como Norma Duval en el Folies Bergère.
Porque el problema reside en que, en cuanto los tíos listos
se dieron cuenta de que los hombres son el público objetivo del deporte y de que
ahí estaban los billetes, el lema olímpico pasó de “Más rápido, más alto, más
fuerte” a “Más chicha, más muslo, más pechuga”. A las mujeres nos tratan como
un cacho carne y, a los hombres, también: como un cacho carne, pero con ojos. Porque
los tíos listos entienden que ustedes vusotros sois tontos perdíos y que, en
lugar de competición, esfuerzo y lucha, vuestros ojos sólo quieren ver tetas,
culos y piernas. El deporte femenino deja de ser algo que requiere tanto
sacrificio como el masculino para convertirse en entretenimiento, en un mero
espectáculo. Y, aunque ahora esa misma ley del espectáculo también exija a los hombres
que posen enseñando sus cuerpos hercúleos, ellos sólo marcan paquete después de
triunfar en el deporte. En cambio, las deportistas tienen que vestir cada vez
más provocativas si quieren alcanzar el mismo nivel de notoriedad que los
deportistos. Y así nos
va.
Así que yo me solidarizo este verano con las chicas de
balonmano playa: no pienso ponerme bikini. También es verdad que el único que
me recogía las carnes no se lo hubiera puesto ni Doña Croqueta. Pero, gracias a
estas deportistas, la Federación Nacional (que no la Internacional) ha
claudicado y les ha permitido elegir entre los dos uniformes, que para eso las
mujeres podemos vestirnos como nos salga de la peineta. Incluso como Doña
Croqueta.
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