PUBLICADO EL MIÉRCOLES 23 DE JULIO DE 2014 EN LA VERDAD
Yo he salido chiringuitera. Qué quieren: servidora
no tiene ese afán de sacrificio que tenían nuestra madres, que se pasaban todo el
domingo metidas en la cocina, sudando la gota gorda y haciendo arroz con
marisco para doce mientras los demás nos bañábamos y llegábamos a mesa puesta. Pero
ahora, colgar el delantal en verano y largarte al chiringuito tiene tanto
predicamento que hasta ha sido objeto de glosa por parte del gran chansonnier
Georgie Dann: “Las
chicas en verano / No guisan ni cocinan / Se ponen como locas / Si prueban mi
sardina”. Las metáforas del francés, prodigio de finesse y sutileza, poesía escrita por Jacques Brel travestido en Carmen
de Mairena, muestran una realidad poliédrica y pluridimensional. O lo que es lo
mismo: yo, los fines de semana, no frío ni un huevo porque no me sale del bikini.
Claro que ser chiringuitera es casi peor que ser
binguera, porque en la mayoría de los sitios te clavan como a un michirón. Por
eso, de cuando en cuando nos vamos a la playa con los bocadillos y las
sombrillas. Pero lo nuestro no llega ni a chabolo al lado de los especialistas
en arquitectura efímera; domingueros que montan unos espacios
interdisciplinares y multifuncionales tales que podrían participar en el
Manifesta.
Los arquitectos efímeros llegan tempranico
para coger el mejor sitio. Los hombres de la casa clavan los pilares en la arena
como si fueran a levantar una catedral gótica, y cubren la estructura con una
sábana vieja atada por las puntas: más quisiera Calatrava construir tan bien y
tan barato. Las mujeres disponen la mesa con la tortilla, los filetes empanaos
y la magra con tomate. El melón en el agua, como una película de Polanski. Y echan
el día con sus cartas, su parchís y sus pipas. Al caer la tarde, las viejas se
quitan el bañador haciendo un biombo con toallas. “Mama, que se te van a ver
las mamellas”, dice el abuelo. Pero las viejas hace mucho que perdieron la
vergüenza. Se cambian, recogen, cargan los coches y desaparecen hasta el
domingo siguiente. Arquitectura efímera para tiempos extraños o Do It Yourself,
Manolo. Y que les den a los alquileres de las casas de playa. Chúpate esa, Marina
D’Or.
Arquitectos efímeros en el Mar Menor
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