PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 10 DE NOVIEMBRE DE 2015
Mis amigas, tan bonicas ella, tan profesoras y
tan ilusas, se piensan que soy periodista de verdad: “Escribe sobre el desastre
de la LOMCE”, me dicen. Y me cuentan que es un caos, que no tienen tiempo para
preparar las clases porque se pasan las horas muertas evaluando y catalogando a
los chavales, que en un mes tiene que poner las notas y aún no ha salido la
orden de evaluación definitiva, que los estándares a valorar son un
despropósito porque no son medibles ni observables. Un ejemplo: “¿Hace
un uso adecuado de las tecnologías de la información y la comunicación como
recurso de ocio?” Literal. Cuando descubran a un maestro
emboscado tras el sofá, no se asusten: estará evaluando si su hijo utiliza el
ordenador para jugar al “Minecraft” o para buscar dónde está el Teide. Pero que
los profesores pierdan el tiempo puntuando si el estudiante sabe hacerse el
moco hasta trepanarse el cerebro le importa poco al ministro que montó el pollo.
A Wert se le podría aplicar el estándar “¿Vive como un marqués en París después
de cargarse el sistema de educación pública?”. Con un sueldazo de 10.000 euros,
un puestazo en la OCDE y un pisazo en el mejor barrio de la capital francesa,
servicio y chófer, seguro que ese criterio de evaluación lo supera con nota.
Menos mal que a servidora no le pilló la LOMCE.
Y a Campanario, tampoco: bastante tuvo la mujer de Jesulín con que la echaran
de la Universidad Europea de Madrid tras ser condenada por falsedad y estafa, “cuando
hasta a los presos se les concede el derecho de estudiar”, denuncia. Le ha
faltado decir que la han tratado peor que al Lute, que se hizo abogado estando
en prisión. Pero María José vuelve de Oporto y posa para ¡HOLA! bajo el descogurciante
titular “Doctora Campanario”, con el diploma de Medicina Dentaria colgado en la
pared, el Mac abierto, una bata rosa chicle y unos estilismos de Laura Vecino
que dan angustia en los ojos, que por mucho que su suegra Naty Abascal intente
meterla en la revista como quien se mete unos Louboutin con calzador, la
chiquilla no levanta cabeza. Lo mejor de que Campanario sea dentista es que en “Ambiciones”
ya no se tienen que arrancar los dientes a golpes. Los mismos que mis amigas
tienen ganas de darle a Wert por el desastre que ha hecho.
1 comentario:
Vamos a proponer una campaña de Change.org para que la Campanario haga prácticas en vivo con Wert. Y que los docentes puedan hacer uso rotativo de su piso en París.
La adoro.
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