PUBLICADO EL 15 DE JULIO DE 2015 EN LA VERDAD
En verano, en aquellos veranos largos y morosos que duraban tres meses, llenaban
las playas y vaciaban las ciudades, los padres no nos dejaban salir bajo el sol.
Nos enclaustraban en casa a la hora de la siesta, bajaban las persianas y convertían
el día en noche. Pero a media tarde, incapaces de mantenernos quietos durante
más tiempo, nos daban libertad bajo palabra de volver a la hora de la cena;
entonces cogíamos las bicis y salíamos por los caminos de tierra, y éramos Tom
Sawyer y Huckleberry Finn, y los senderos del Mar Menor eran la ribera del
Mississippi, y el mundo era nuestro.
Volvíamos a casa y volvíamos a salir, duchados y con el sol en la cara.
Nos dejaban llegar tarde porque la luna de verano siempre protege a sus hijos. Bajo
esa luna enorme e inmensa dábamos el primer beso a un pijo de Madrid, que te contaba
lo que era el Burger King, llevaba camisetas de marca, hablaba con muchas eses
y se ponía el reloj en la muñeca derecha “porque, si no, los kinkis te lo
mangan”. Ya ven: como los pijos de Madrid plantaban la toalla en la playa y no
bajaban nunca a la ciudad no sabían que, con la canícula, Cartagena se agostaba
y se quedaba hecha un solar donde sólo sobrevivían las malas hierbas.
Cartagena, en aquellos veranos de los ochenta, era Kinkinnati.
Pero los pijos sólo estaban un mes. Cuando se iban era un drama
adolescente, el peor de los posibles, que nunca se derraman más lágrimas que por
un pijo de Madrid. Hacíamos cola en las cabinas para llamarlos por teléfono, les
escribíamos cartas y nos poníamos para dormir la camiseta vieja que nos habían
regalado como prueba de un amor tan eterno que duraba un agosto. Ahora los
buscamos en Facebook y en Twitter, con la curiosidad de saber cómo se ha
portado la vida con ellos. Ahora son nuestros hijos y los suyos los que quieren
salir a la hora de la siesta, los que se darán besos salados, los que serán Tom
Sawyer y Becky Thatcher bajo la luna de verano.
2 comentarios:
Preciosa entrada, doña Rosa.
Un abrazo y feliz verano.
Gracias, hermosa. Lo mismo le deseo.
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