miércoles, 23 de mayo de 2018

OXÍMORON

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 22 DE MAYO DE 2018

Miren lo que les digo: esto es una estafa. Pero de las gordas. Una estafa monumental, tremenda, acojonante, más grande que la carrera de Paquirrín como cantante, mayor que aquel intento de colarnos a la Jesulina como modelo. Hablo de esta cosa de hacerse mayor, de madurar, de cumplir años. Es un timo en toda regla. 

Una creía que, al cumplir los cincuenta, alcanzaría algo cercano a un estado zen basado en la mezcla perfecta entre sudapollismo y lucidez, que miraría el mundo con distancia y desafección, que sabría separar lo necesario de lo contingente y lo importante de lo urgente. Una se pensaba arrugá pero ideal, sosegada y juiciosa; inmune ya, al fin, a la kriptonita. Una se veía a sí misma con una buena pata de jamón en la cocina y una copa de vino tinto en la mano leyendo a Thomas Mann, escuchando a Chet Baker y vestida con una túnica exótica de manga larga, que una buena capa todo lo tapa. Pero qué va, esto no es lo que me habían vendido: sigo echándome chupitos al coleto, quitándole la camiseta de Bowie al heredero para ponérmela yo, enfadándome con el mundo como si tuviera trece años. Seguimos como cabras, con cabezas de adolescente en cuerpos de desechos de tienta, creyéndonos inmortales, pensando que no damos el cante cuando vamos a conciertos de modernitos y haciéndonos los análisis de colesterol el viernes en lugar del lunes para que no nos salgan la pata de cordero de la comida, el vermut del aperitivo y los gintonics del tardeo. Poco nos pasa.

Pero es que el entorno no ayuda: lo último que he leído es lo del "Scrotox". Sí, tal cual, es justo lo que están pensando: pincharse bótox en el escroto. Ni Pla hubiera podido encontrar mejor palabro para definirlo; un genio, el del naming. Que si usted los tiene como ciruelas pasas, se inyecta y se le quedan como dos melocotones de Cieza, tersos y jugosos. Nunca había costado tanto esfuerzo mantenerse joven. Ni tanto dolor. Ni tanto dinero. Si a nosotras nos recomiendan rejuvenecimientos vaginales, a ellos les pinchan en los mismísimos. La igualdad era esto. Claro, que luego ves el anuncio de una web de contactos para "jóvenes mayores de cincuenta años" y todo encaja. Somos un oxímoron con patas. Y así estamos, pidiendo permiso a las bases y a las basas para hacernos adultos. 


1 comentario:

Lorena dijo...

No puede ser masgenial, doña Rosa. Siempre a sus pies, clon mío, qué manera de poner en palabras lo que me ocurre y no sé expresar. 👏👏👏