miércoles, 18 de abril de 2018

EL EXISTENCIALISTA TAURINO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 17 DE ABRIL DE 2018
Tengo libros que son un colchón, un salvavidas. Están cubiertos de polvo, alineados aleatoriamente sobre las baldas de la estantería, apilados en frágil equilibrio sobre la mesilla de noche o desparramados encima del aparador del salón, que eso de que la cultura no ocupa lugar se lo dicen ustedes a otra. Pero yo sé que están todos ahí, esperándome para cuando los necesite, como la caja de Orfidal que guardo en la cocina. ¿Todos? Todos no: cuando he ido a coger "Los mandarines" de Simone de Beauvoir, el libro había desaparecido. 
Descatalogado, consigo por internet un ejemplar de segunda mano. Al abrirlo, se cae del libro una foto. En ella aparece El Cordobés. El auténtico, el genuino, el del salto de la rana; el torero yeyé, el V Califa, el que ha ido dejando por ahí casi tantos hijos como Julio Iglesias a cambio de mil duros y un reloj. Es una foto de 12,5 x 9 cm en papel Kodak, con los colores desvaídos que hoy intentan imitar los filtros de Instagram. El Cordobés aparece vestido de torero en salmón y oro, bajo una lámpara en forma de timón, con gesto sorprendido por la foto inesperada. Un paso por detrás, asoma un hombre con gorra gris y camisa blanca. 
Lo que no sé es en qué momento alguien puede leer a Simone de Beauvoir y ser admirador de El Cordobés. Un torero machirulo marcando las páginas de una escritora feminista, el combo más raro desde Dinio y Marujita. Eso sí que es existencialismo puro y duro. Pero lo cierto es que los lectores de la Beauvoir guardan en sus libros las cosas más extrañas. Compré “La plenitud de la vida” en un mercadillo y dentro de él encontré un post-it azul, escrito en rotulador rojo: “Modigliani / sobre la mesa / de un café: / qué breve la herida: / el niñito en el jardín / mi rostro derramándose / sobre tus manos”. A veces, la historia de un libro aparece antes de leerlo. Y si yo fuera una escritora de verdad, y no una columnista impostora, escribiría una novela sobre ello, sobre los giros argumentales inesperados y sobre la reconstrucción de los personajes a través de su rastro. Pero me da miedo. Casi tanto como volver a comprar "El segundo sexo", no sea que aparezca dentro una foto mía. Porque esta primavera que no llega está siendo muy rara.

La foto en cuestión

La nota en cuestión
  

No hay comentarios: