PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 29 DE ABRIL DE 2014
Desayuno con mi cuñada M. J. en un bar de
barrio. Es uno de esos bares de los que sales con un tratamiento capilar al aceite
de fritanga de boquerones que ríete tú de Llongueras. Ella, que a pesar de ser más
fina que el coral no se deja intimidar por los olores grasientos, me dice que
le pida un té verde. Me desorino: “¿Dónde te crees que estás? ¿En La
Mamounia?”. Pues tienen té verde. Me la envaino.
Si a los bares de barrio ha llegado el té
verde, es que se están perdiendo los valores. Adiós, cortado de natural; hola, infusiones
variadas: brebajes drenantes para hacer aguas mayores y menores; tisanas para
relajarte, para despertarte, para cuidar tu piel; tés de colorines y bebedizos con
sabores mediterráneos, indios, tropicales, con aromas de canela, de vainilla,
de menta, de hierbabuena, de romero. Lo que sea para depurar el cuerpo y, sobre
todo, la conciencia: te cascas un trozo de tocino con ajos tiernos, una de
michirones, otra de chuleticas de cabrito al ajo cabañil, cinco quintos y un
pan de calatrava de postre, y rematas la bacanal con una tisana de poleo menta.
Y ya te quedas tranquilo. Pero es mentira: no existe infusión alguna que nos
redima de nuestra glotonería, de nuestro descontrol, de nuestras tontunas, que
nos desintoxique de los excesos pantagruélicos o verbales, que perdone nuestros
pecados y nos lleve a la vida eterna. Ni siquiera funcionan los batidos detox
que beben las celebrities, que van con el bolso de Prada en una mano y el zumo
verde en la otra: lechuga, brócoli, acelgas, espinacas y apio. Como pegarle un bocao
a un trozo de césped. No, para purificarnos por dentro y quitarnos el lelismo
que arrastramos necesitaríamos una infusión hecha a base de extractos de los
cerebros de Judit Polgár y Andrew Wiles, pero aquí las hacemos con el sudor de
los tronistas de “Hombres, Mujeres y Viceversa”, y así nos va.
Desestimada, pues, la desintoxicación por vía
oral, sólo nos queda probarla por vía rectal, que miren que bien le funcionó a
Cela: absorbes litro y medio de agua tibia por el ano y te sale “La colmena”. Y
si le echas café a la lavativa, como recomienda Txumari Alfaro, ni les cuento. El
próximo día lo pido en el bar: una irrigación de descafeinado con un chorrico
de leche templada. A ver qué cara pone el tío.
1 comentario:
Querida Sra. Palo, a mí me sucedió lo contrario. Yo iba recorriendo los bares de los pueblos pidiendo ingenua e infructuosamente leche de soja. En otra ocasión pediré té verde.
Y me prepararé un licuado detox, no para tomármelo, sino para parecer alguien importante.
Lo que no haré será rafting ni climbing ni cosas de esas que no sean shopping. Con leer su experiencia he tenido suficiente.
Qué paciencia ha tenido usted. Lo digo por haber estado 4 días sin 3G.
La adoro.
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