PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 23 DE ABRIL DE 2014
Vacaciones. Dejo atrás la Semana Santa de mi
ciudad, los barullos, las procesiones, y me voy pa’l pueblo, que hoy es mi día,
que voy a alegrar toda el alma mía. Pobre ilusa. Un poco más y el alma, en vez
de alegrarse, se queda vagando eternamente por el valle del Cabriel: cuatro
días sin cobertura, cuatro. Sin un maldito tuit que echarte al ojo, sin un solo
whatsapp que te reviente la siesta. Al borde del parraque digital.
¿Y qué haces en un pueblo sin conexión cuando
ya has recorrido sus calles, visto su iglesia, subido a su castillo y visitado su
bar? Irte de aventura. A hacer rafting. Sin anestesia. Y encontrarte con un
monitor poseído por un locutor de los 40 Principales puesto de Katovit, y “¡Vamos,
familia!”, y “¡Venga, familia!”, y “¡Ánimo, familia!”, y sí, me acuerdo de la
familia, pero de la suya, que he estado a punto de ahogarme con el cuerpo
embutido en neopreno. Qué estampa. Sobrevivo malamente al intento de
raftingnicidio para emprender lo que el monitor enkatovitado llama “¡un pequeño
paseo, familia!”, algo que, traducido al lenguaje urbanita, quiere decir “Cómo
perder la poca dignidad que te queda arrastrando el culo por el cañón del río
Cabriel”. Sube montaña, baja montaña, despéñate por la montaña. Que estás muy
ágil para la edad que tienes, me dice el cachondo. Aquí te querría ver yo a ti,
Jesús Calleja: al menos tus sherpas están callados.
Así que una, exhausta, reventá y ahíta de río
y de senderos impracticables, llega al pueblo esperando un poco de paz y
tranquilidad, que algo bueno tiene que tener el campo, y la recibe un megamix
de Manolo Escobar por megafonía para anunciar que se ha perdido un móvil. Muy
bien traído, desde luego, que por algo a Manolo se le perdió el carro; deduzco
que cuando comience la época de la siembra sonará “El tractor amarillo”. La
selección musical es muy de María Teresa Campos convertida en DJ Rural. Al fin
terminan los pasodobles. Silencio. Atardecer en naranjas y rojos que acaba
convertido en una noche cuajada de estrellas. Y yo sin poder compartirlo con el
mundo, tuiteándome encima. De regreso a casa, abro el ordenador y me tiro a las
redes con mas ansia que la Campanario jalándose un bocadillo de chorizo después
de la dieta de la alcachofa. 141 mensajes. Pues miren, todavía me vuelvo al
pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario