PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE MAYO DE 2014
Llevo varios días inmersa en una profunda
disquisición intelectual. No, no es que esté dudando entre el bañador y el
bikini, que hace ya años que mi barriga celulítica dirimió ella solita tamaña disyuntiva,
sino que desde que oí el eructo hipohuracanado que soltó Cañete tras un debate que
se le indigestó más de la cuenta, no paro de darle vueltas a la cabeza
intentando averiguar qué tipo de machirulo me irrita más: si el machirulo
exhibidor, que nos utiliza como un trofeo de caza y echa a un ministro de
cultura para sustituirlo “por una chica joven y con glamur” por mera cuestión
de imagen política, o el machirulo condescendiente, que evita enfrentarse
abiertamente con una mujer en un debate porque no está su altura. Aunque lleva
razón Cañete: para estar a su altura intelectual
hay que hacerse una lobotomía. Y para estar a su altura física, hay que engordar
ciento cincuenta kilos.
Cañete nos ha salido volteriano, que
no ilustrado: "Una mujer amablemente estúpida es una bendición del
cielo", decía Voltaire. Y un
hombre irritantemente estúpido es una bendición para el partido contrario y una
maldición para el propio, que bonicos tienen que estar los asesores del
candidato: días sudando para conseguir meterlo con calzador en una faja
reductora y, en cuanto se la quita y se relaja, se le desparrama el machismo
por todos lados. Cañete desencadenado. Si es que con un bocazas semejante no se
puede bajar la guardia, Arriola.
Para intentar arreglarlo, Cañete pasó
en un plis de machirulo condescendiente a machirulo exhibidor, que fue con flores
a María (Dolores de Cospedal), a la nueva ministra de agricultura y hasta a la
carnicera de su barrio, y se hizo fotos con unas muchachas que iban de
despedida de soltera: muertas se quedarían pensando que Cañete era el boy que
habían contratado, que te esperas un tronista bombero y te aparece un trasunto
de Demis Roussos con elástica sport. You can leave your hat on, Cañete. Y la
faja también, que si no te la hubieras quitado no me habrían entrado ganas de
llamar a Afrodita A para que sea tu contrincante en el próximo debate. Aunque me
temo que, en cuanto Afrodita suelte lo de “¡Fuego de pecho!”,
seguro que te da la risa floja y se te ocurre algún chascarrillo. ¡Qué gracia
tienes, jodío!
1 comentario:
Ay, Sra. Palo, es todo tan penoso que no sé qué decir.
Me temo que es un reflejo de la sociedad, y aún es peor.
Suerte que todavía quedan miradas lúcidas y lenguas certeras como la suya para salir de nuestra anestesia.
La adoro.
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