PUBLICADO EN LA VERDAD EL 28 DE MARZO DE 2017
Me dice D. que, desde que
lee esta columna, entiende mejor a las mujeres. También es verdad que me lo
dice con una cerveza en la mano y varias en el cuerpo, y así es más fácil
entender a las mujeres, a los hombres, a los viceversa y hasta a Heisenberg y
su principio de incertidumbre. Pero me sorprende el comentario: no me entiendo
ni yo, que vivo en una contradicción permanente, así que no sé cómo voy a
entender a un género entero. No entiendo ni los estilismos de Cristina
Rodríguez, ni los pelos de Tita Cervera, ni los maquillajes de Raquel Mosquera.
No entiendo a las mujeres que se ponen tetas, ni a las que les gusta el reguetón,
ni a las que leen a Ruiz Zafón, ni a las que se enrollan con Paquirrín, ni a las
que dicen que son femeninas en lugar de feministas. Claro que, menos entiendo a
los hombres. Cada vez representan un territorio más ignoto, más desconocido, aunque
sigan siendo el género más visible: miro la foto del Papa con los líderes de la
Unión Europea y cuento veintisiete hombres y tres mujeres. Definitivamente, la
paridad ha sido conseguida, siempre que paridad signifique ponernos a parir. Pero
teniendo como presidente del Eurogrupo a Jeroen Dijsselbloem, el que dijo
que los países del sur se gastan todo su dinero en alcohol y mujeres, todo encaja.
Para entender a las
mujeres, D. tendría que ver en bucle la última temporada de "Girls",
igual que para entender a los hombres hay que ver a Ignatius Farray en "El
fin de la comedia". Lena Dunham e Ignatius Farray tienen en común la
capacidad de sacar a la luz los miedos, las vulnerabilidades, las indecisiones
y las mezquindades de todo el género humano, de reírse de nosotros mismos, de
jugar con códigos en los que nos podemos reconocer aunque no seamos ni
escritoras millennials ni cómicos barbudos. Dunham y Farray también comparten
su gusto desmedido por enseñar sus cuerpos blancos y blandos, de flan de
vainilla, de los que te dejan la libido a la altura de David el Gnomo: si en la
primera transición la libertad era ver a tías buenas desnudas, en la segunda
transición lo revolucionario es que salgan tías y tíos feos en porretas. Hacia
la igualdad por la fealdad. Según ese criterio, yo debería tener una serie
propia. O, al menos, hacer un campo.
2 comentarios:
A mí el género que más me interesa es la COMEDIA (uno mucho más difícil de lo que aparenta).
En cuanto al humano, me recuerda demasiado al terror. Ciertamente, el reggaeton tiene pinta de ser la banda sonora del Apocalipsis. Y no, yo tampoco entiendo a las mujeres que lo bailan, "muy -supuestamente- femeninas" ellas, en vez de feministas.
Un abrazo de FAN.
A lo mejor D. antes de intentar entender al género femenino, debería entenderse a sí mismo y, sobre todo, comprender que las mujeres no son objetos de usar y tirar.
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