PUBLICADO EN LA VERDAD EL 7 DE MARZO DE 2017
De todo hace ya
treinta años. De "MacGyver" y de Nirvana, de la teta de Sabrina y de
"Dirty Dancing", de la primera entrega de los Goya y del final de
COU. Treinta años, sí. Y te enteras porque, de la noche a la mañana, te encuentras
metida en un grupo de wasap creado para organizar un reencuentro de antiguos
alumnos, que han pasado tres décadas desde que salimos del colegio y hay que
celebrarlo, y verse, y ponerse al día, y
contarse la vida, que los números redondos son siempre una excusa para reunirse
y para festejar, mucho más que los primos, unos números tan raros que una nunca
sabe qué hacer con ellos.
Los números
redondos, además, tienen la facultad de poner tu vida ante un espejo: lo que
fuimos y lo que somos, lo que se esperaba de nosotros y lo que hemos
conseguido, las expectativas cumplidas y las fallidas. Sales del colegio y,
treinta años después, nada es como lo habías imaginado: la mayoría de las
ilusiones compartidas se quedaron entre los bocadillos de tortilla con mayonesa
de la cantina, los libros de Historia del Arte, las carpetas pintarrajeadas y
las casetes de The Smiths. Y hay que volver a ver a aquellos con los que las
compartiste. Antes, al menos, los reencuentros eran más fáciles, que podías epatar
al personal y dártelas de triunfadora diciendo que habías inventado el Post-it,
como Lisa Kudrow en "Romy y Michele"; ahora es impensable, porque
sueltas eso y ya tienes a tres excompañeros buscando tu nombre en Wikipedia o
rastreándote en Linkedin. La única que puede ir a una reunión de antiguos
alumnos con la cabeza bien alta, y hasta con una tiara sobre ella, es la reina
Letizia (Urdangarín, pobre, lo tiene peor incluso que Juan Camus en el
reencuentro de OT). O Donald Trump, que le aseguraba hace treinta años a Oprah
Winfrey en una entrevista que ganaría las elecciones si se presentaba a
presidente de los EE.UU. O Arthur Fry, el verdadero inventor del Post-it. A los
demás sólo nos queda asumir lo que somos. A veces es fácil, a veces no, que ya
me dirán ustedes si este grado de celulitis que tengo en los muslos hay ser
humano que lo acepte. Si me da tiempo, me hago una liposucción. Si no, me
coloco una braga faja y digo que la inventé yo. Ojalá que no haya wifi.
1 comentario:
Qué clase la de aquel 87.
Esas quedadas de ex alumnos son muy literarias. En mi caso, tras años de bullying en la EGB, un reencuentro impensable. Y eso que creo que mi sola presencia conservando tipo y cabello me situaría por encima de unos cuantos.
La felicito por formar parte de su generación. Y de ésta.
Publicar un comentario