Las primeras horas de una fiesta con gente que
no conoces demasiado son siempre un poco extrañas, que al principio del sarao
me siento más perdida que Belén Esteban en una biblioteca. Pero es echarme dos
vodkas con tónica al coleto y salirme la Naty Abascal que llevo dentro, oiga, y
ya no me duelen los pies, y la noche es joven, y qué alegría me da verte, y
vamos a tomarnos la penúltima.
Desafortunadamente, cuando era pequeña sólo
contaba con una Fanta de naranja para sobrellevar las reuniones sociales, que a
menos que pertenezcas a una saga de actores de Hollywood está mal visto que los
niños beban. Era llegar y encontrarme con un “Dale un besito a esta señora, que
es muy amiga de la mamá”. Y la señora, que se había echado Maderas de Oriente
como si no hubiera un mañana, decía “Mírala, si está hecha una pollita”.
Pollita. ¿Hay una palabra más fea que esa? Si viviera en Wisconsin le hubiera
descerrajado un tiro con mi rifle rosa a cada uno de los que me decían “pollita”.
Por si eso no era suficiente, la señora me
daba un beso mientras me pinchaba con el bigote, y yo me limpiaba el beso con
la manga del vestido (que picaba, porque los vestidos de arreglarse siempre
picaban) ante la mirada reprobatoria de mi madre. Y después de tan gloriosa
presentación, me decían “Anda, vete a jugar con la hija de Fulanita”. Y yo, que
no conocía de nada a la hija de Fulanita pero que sospechaba que era tan tonta
como su madre, protestaba por lo bajini y acababa obedeciendo, que para eso era
una niña de colegio de monjas.
Ahora, la que manda a su hijo a jugar con
niños que no conoce soy yo. Y la que le dice a los hijos de los demás “¡Ay,
cómo habéis crecido!” mientras les pellizca los mofletes. Y también la que les
pincha con el bigote, que con esto de la presbicia soy incapaz de depilarme
debidamente, así que luzco mostacho a lo Íñigo y cejas de político ruso antes
de la Perestroika. Pobres críos. Un día se rebelarán, se pondrán todos de
acuerdo conectando en red sus Nintendo, contratarán al abogado de Urdangarín y
nos demandarán por haber cometido con ellos todos los errores que cometieron
con nosotros. Bueno, todos, todos, no. Al menos yo no digo “pollita".
3 comentarios:
Excelente además de vero.
Jajaja. De verdad, yo la veo con ese rifle rosa.
Espejo de aumento para la depilación efectiva. Mano de Santo (al menos para los que nacimos seguidores de Frida K.)
Ya tengo el espejo de aumento, pero o me pongo en modo Rompetechos o no hay manera. Pelos como cañamones llevo.
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