miércoles, 26 de noviembre de 2014

Liberación capilar


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 25 DE NOVIEMBRE DE 2014

No hay esclavitud más grande que la de retocarse las raíces, ni pena más dura que la de intentar domar un pelo crespo. Que me lo digan a mí, que lucho contra mis ondas más que las de Femen contra el patriarcado: ya podían ir las compañeras a la puerta de Llongueras para manifestarse a favor de la Liberación Capilar, que aquí una no se emancipa de verdad hasta que no se deja las crines al aire. A los hechos me remito: la Duquesa de Alba se hizo anarco aristócrata cuando pasó de alisarse el pelo a dejárselo a lo loco, a lo peluca del payaso de Micolor en versión albina, y Lolita se deshizo de su personaje rancio al dejarse la pelambre a todo lo que daba la mata, luciendo con orgullo el poderío melenístico de las Flores. Yo aspiro a tener suficiente personalidad como para deshacerme del yugo del patriarcado capilar y convertirme en una de esas sesentonas que abandonan el tinte y lo apuestan todo al blanco y al pelo corto, aunque se me ponga pinta de catalana cultureta.

Las mujeres se liberan cuando se sienten dueñas de sí mismas, de su vida, de su aspecto. Dice Caitlin Moran: “¿Tiene usted una vagina?¿Quiere hacerse cargo de esta? Cuando la respuesta a ambas preguntas es “Sí”, felicitaciones, ¡es usted una feminista!”. Pues debo ser una feminista de primera, porque yo quiero hacerme cargo de mi vagina y de todo lo demás. Y algunos hombres también deberían hacerse cargo de su picha, que se piensan que tiene vida propia y que no pueden controlarla: miren lo que le pasó a la de Monago, que se desnortó y acabó en Tenerife, volando a nuestra costa. El pobre Monago, que ha declarado que lo único que ha hecho es vivir en la carretera, como Miguel Ríos, se ha visto puesto en cuestión por no poder dominar a sus monaguillos. Así les luce el pelo a algunos, aunque sean calvos.

Y ahora les dejo, que tengo hora en la peluquería. Sí, qué quieren: de mi vagina me hice cargo hace muchos años, pero mis ondas no hay manera de domesticarlas. Probaré con la keratina, que ha hecho más por la emancipación de la mujer que la píldora anticonceptiva. A ver si así me libero, que si me dejo el pelo blanco y me lo corto, en vez de Rosa Palo voy a parecer Rosa Tous.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Tebeos


PUBLICADO EL MARTES 18 DE NOVIEMBRE DE 2014 EN LA VERDAD

Uno de los días más felices de mi vida fue hace siete años, cuando Ibáñez me firmó un “Mortadelo”. Y otro de los días más felices de mi vida fue ayer, cuando el heredero cogió el tebeo, lo leyó y comenzó a reírse con la risa clara y luminosa de los críos: “En vez de Estados Unidos dice Estados Juntitos”, y nos descogurciamos los dos, él satisfecho por haber comprendido el juego de palabras; yo contenta porque mi hijo había encontrado una fuente de alegría inagotable.

Leí mucho, muchísimo, a Ibáñez, y también a Vázquez, a Escobar y a Jan. Cuando estaba pachucha, y para alegrarme aquellas mañanas eternas sin televisión matinal, mi madre me traía un “Don Miki” o un “Lily” (con poster de Víctor Manuel en el interior; endevés el ciclón sexual). Después llegaron los franceses con Astérix, los belgas con Tomás el Gafe y Spirou, y los americanos con la Marvel, que la transición a la adolescencia la hice pegándole dos caladas a un cigarrillo mamao, dándole un trago a una cerveza chuperreteada y creyéndome una superheroína. Seguí creciendo, bebiendo y fumado, y descubrí en “El Jueves” que se puede tener mala leche y buen lápiz. Ahora me quedo con los dibujantes de los periódicos y de las revistas, tipos capaces de sintetizar en media cuartilla lo que ha sucedido durante el día, a veces hasta con más acierto que la disección más sesuda que se pueda hacer en un artículo a doble página. Y, entre todos ellos, tengo predilección por Puebla. Por su dibujo precioso, limpio y definido, y por su certero análisis de la actualidad. Por su coherencia personal y profesional. Por arrancarme muchas carcajadas y alguna que otra reflexión. Y, sobre todo, porque a pesar de ser un genio, sigue siendo un buen tipo.

Puebla presentó su libro “Si no fuera por estos raticos” en el Club Siglo XXI, con asistentes de postín y las Segrelles de madrinas (no sabe él lo que me ha costado morderme la tecla para no escribir una columna al respecto sobre pelucas cardadas y cejas selváticas), y esta tarde lo presenta en Cartagena. El libro, prologado por Emilio Aragón y diseñado por Pilar Lorente, es una delicia que, encima, me va a solucionar la mitad de los regalos de Navidad. Si le queréis, venirse. Y comprad el libro. Vacío de política y lleno de risas. Un chollo en los tiempos que corren, oigan.

Puebla, ayer, presentando "SI NO FUERA POR ESTOS RATICOS"


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Interna


PUBLICADO EL  MARTES 11 DE NOVIEMBRE DE 2014 EN LA VERDAD

Sábado por la tarde. Mientras yo intento escribir, mi hijo se pelea con su prima a grito pelao y la música de “El Barrio” entra por la ventana de la buhardilla. No me hace falta escuchar ni una canción de “El Barrio” para saber que no me gusta, y puedo decirlo sin conocimiento de causa porque soy columnista, y los columnistas opinamos de lo que nos de la gana sin tener ni idea: es la esencia de nuestro trabajo. Pero pongo la oreja y me reafirmo, que me taladra la cabeza un flamenquito popero con un poco de quejío digerible del que le gusta a los señoritingos de cuarta generación, que también son de barrio, pero del de Salamanca, ese barrio donde los primos no se pelean porque uno está interno en Suiza y el otro en Londres, y así las señoras podemos dedicarnos tranquilamente a escribir nuestras columnas para la hoja parroquial, tomar el té con Cuqui Fierro y organizar rastrillos benéficos. Que me gustaría a mí haber visto a la Preysler quitándole las cacas a Anita, limpiándole los mocos a Tamara, poniéndole los lazos a Chábeli y explicándoles los hiatos, los diptongos y las divisiones con decimales a Enriquito y a Julio José. Al internado y chimpún, hombre ya. Y cuanto más lejos, mejor.

Aunque lo mismo la que se va interna soy yo. A descansar de móvil y de niños; a reposar a un colegio, a un convento de clausura o al talego, que es el sitio de moda: hay más famosos allí que en la Buchinger. Que no sé de que te quejas, Isabel. Si vas a ser la reina de la galería, sin líos, sin periodistas, sin los críos dándote disgustos, que hay que ver qué trabajo dan. Que a mis amigas les ha dado por reproducirse, y están las pobres todo el día con cara de sueño y con la teta fuera. Las que están en edad de procrear, claro, que las otras están (estamos) premenopáusicas perdías. Pero yo no pongo la mano en el fuego por el climaterio de nadie: miren a María Teresa Campos, a la que le pregunta Ana Rosa si hace cositas con Bigote. Cositas. Pues espero que las cositas las hagan con protección, que Teresa es capaz de quedarse embarazada de trillizos sólo por darle en los morros a Ana Rosa y a sus gemelos. Menudas son las Campos.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Feliz no cumpleaños


PUBLICADO EN LA VERDAD EL 4 DE NOVIEMBRE DE 2014

Hoy es el día de mi no cumpleaños. Básicamente, porque mi cumpleaños fue ayer: cuarenta y cinco. Las mismas revoluciones por minuto que un viejo single. Sí, soy tan mayor que he conocido los vinilos. Y las casetes, y la televisión en blanco y negro, y la carta de ajuste. Que tengo mucha calle detrás, como dice la Esteban. Que me han gobernado ya cinco papas, un dictador, seis presidentes de gobiernos democráticos y dos reyes. Que he tenido un pin del Naranjito, uno de Curro y otro de Cobi. Que he visto a La mierda la Sole tirar un huevo, a Martes y Trece siendo un trío, a Lola Flores perder un pendiente en el Florida Park, a Mariano Medina dar el tiempo, a Kiko Rivera con melena a lo príncipe de Beukelaer y a la Pantoja casada con Paquirri (y enviudada de Paquirri, y enaltecida por Encarna Sánchez, y encandilada con María del Monte, y ennoviada con Diego Gómez, y encoñada con Julián Muñoz, y encabronada con Julián Muñoz). Que he ido en coche sin cinturón de seguridad, he llamado desde una cabina, he llevado calentadores, he fumado dentro de los bares, he revelado fotos y he grabado disquetes. Que he perdido vista y ganado kilos. Y la prueba definitiva: que veo “Cachitos de hierro y cromo” y esbozo una sonrisa entre nostálgica y boba. El día que cante las canciones de los Supersingles en “Qué Tiempo Tan Feliz”, hago testamento.

No sé en qué momento la vida ha pasado de ser un viernes por la tarde a convertirse en un domingo por la mañana. Pero aún me queda el domingo por la tarde, y no quiero vivirlo amodorrada en el sofá, bebiendo menta poleo, envuelta en una manta y en ese no se qué amargo que nos invade al terminar un fin de semana que parecía eterno. No; pienso estirar mi domingo por la tarde todo lo posible: mientras los cuervos sigan sobrevolando la Torre de Londres, las Campos continúen enamorándose como quinceañeras, Raphael persista en entonar “El Tamborilero” por Navidad y los Rolling Stones se monten otra gira, yo seguiré celebrando los días de mi cumpleaños. Y los de mi no cumpleaños, también. Con Humpty Dumpty, con el Sombrerero Loco y hasta con La mierda la Sole, si se presenta. Endevé La mierda la Palo. Que todavía me queda mucho por leer. Y mucha plancha.