miércoles, 29 de enero de 2014

De dioses y hombres


PUBLICADO EL MARTES 28 DE ENERO DE 2014 EN LA VERDAD

¡Qué desperdicio! Toda la vida rezándole a San Pedro Chanel para enterarme ahora de que quien tiene verdaderamente mano allí arriba es Santa Teresa, que lo ha dicho Fernández Díaz. Según el ministro, la de Ávila es una importante intercesora para España en estos tiempos recios y, además, “manda mucho”. Y esto es lo que me despista: ¿Santa Teresa manda más que otros santos? ¿Hay santos de primera y santos de segunda? ¿Cómo sabemos quién tiene más influencia con el Altísimo? La única solución para no equivocarse es rezarles a todos, como la Obregón, que implora a media docena de mártires para encontrar maromo: “San Antonio, que encuentre un novio, San Andrés, que me sea fiel, San Alejo, que no sea pendejo, San Hilario, que me dé su salario, San Erasmo, que me lleve al orgasmo, Santa Carlota, que la tenga grandota, San Matías, que me avíe todos los días”. En lugar de eso, Obregón debería de rezarle a San Ginés, patrón de los actores, a ver si hacía un milagro con ella. Pero miren, cada una tiene sus prioridades.

No digo yo que no se pongan nuestros políticos a rezar el rosario antes de empezar un Consejo de Ministros, que musiten lo de “Virgen Santa, Virgen pura, haz que apruebe esta asignatura”, o que se lleven una capillita portátil como los toreros cuando vayan a Bruselas. Allá cada uno, que yo me pasé siete temporadas oyendo mencionar a Dios en los discursos del Presidente Bartlet y no me dio alferecía ni nada. Pero Bartlet, a pesar de ser católico, era capaz de dejar KO a una fundamentalista cristiana y homófoba soltándole versículos de la Biblia con más rapidez que Tomás Roncero recitando la alineación del Madrid. Y esa es la diferencia fundamental: no confundir el ministerio político con el sacerdotal. Que da igual que Rupert sea santero; el problema es cuando el peluquero se cree un iluminado y pretende convertir a Naty Abascal en Yemayá poniéndole mal el postizo. Y Naty, que es una diosa con culto propio, se arranca el postizo de cuajo y se lo tira a la cara. La religión no se puede mezclar ni con la peluquería ni con la política, que a este paso van a hacer ministra a Pitita Ridruejo y vamos a acabar todos viendo apariciones marinas y cardándonos el pelo. Y si no, al tiempo. Que Dios os bendiga.  

NOTA: Aquí, la escena de "El ala oeste" con Bartlet lanzando versículos a diestro y siniestro



miércoles, 22 de enero de 2014

Mocos


PUBLICADO EL MARTES 21 DE ENERO DE 2014 EN LA VERDAD

¡Ay, qué malica estoy y qué poco me quejo! Qué dolor de garganta, de cuerpo, de cabeza, de todo. Tengo tantos mocos que no sé si llamar al médico o a los Cazafantasmas, por Dios qué constipao, achís, Jesús, gracias. Y toda la culpa es de El Corte Inglés, que se va una de rebajas y en lugar de volver con unos vaqueros ideales al 50%, con lo único que vuelve es con un trancazo: tú con abrigo y bufanda y ellos con un subclima tropical que da para cultivar cocos en la sección de jardinería. ¡Achís!

Y aquí estoy, delante del ordenador rodeada de una montaña de pañuelos de papel, que ya no tiene una ni derecho a ponerse mala de acostarse. De pequeña, en cambio, me quedaba en la cama cuatro días, y mi madre me preparaba calditos y zumos de naranja, me ponía paños de agua fría en la frente para bajar la fiebre y me traía tebeos, que no había tele por la mañana, ni DVD, ni Nintendo, ni iPad, ni nada: el Pleistoceno tecnológico. Ahora los críos se ponen malos y se instalan en el sofá con una manta y tres pantallas a su disposición, que en vez del salón parece que están en la sala de control de la NASA. Y en cuanto se les pasa la fiebre, al cole, que se nos descuadra la agenda, nene.

Pero nosotros, ni eso: caemos enfermos y nos endiñan un Espidifén 600, que es lo único que mandan los médicos ya tengas anginas, malaria o te hayan atravesado el esófago con una katana, y a pasar el enfriamiento de pie, y al curro, a la compra, a llevar a los críos al clase, que no hay tiempo para ponerse enfermo, ni del cuerpo ni del alma: si te vienen mal dadas hay que levantarse y seguir trabajando, y viviendo, y funcionando, y ánimo, y nada de lágrimas ni de duelos, ni de meterse en la cama, ni de lamerse las heridas, que esto hay que superarlo. Y así vamos, arrastrando catarros y tristezas que no se curan ni con Espidifén ni con frases de manuales de autoayuda. ¡Achís! Hala, otra vez. Pues tres estornudos, resfriado seguro. De esta ya no salgo hasta primavera, y ya empalmo con la alergia. Voy a por más Kleenex. 

miércoles, 15 de enero de 2014

Vapear


PUBLICADO EL MARTES 14 DE ENERO DE 2014 EN LA VERDAD

 “¡Deja de fumar y ponte a vapear!”, escucho en la radio con la legaña todavía puesta. Así, con exclamaciones y a traición, que no me he echado al coleto ni un café y ya me están provocando el primer parraque del día. “Vapear”, qué palabra más feísima. No sé yo quién habrá sido el creativo al que se le ha ocurrido, pero me da que si Lázaro Carreter levantara la cabeza no metía el dardo en la palabra sino en el ojo del listo que se lo ha inventado. ¿Ahora vamos a cantar “Vapear es un placer genial, sensuaaaaal” pegando la lengua al paladar? ¿O a decir “Amparo, vapéate un porro”? Poz no.

Pero no sé de qué me extraña, porque después del café descafeinado, la Coca-Cola light, la leche desnatada y la cerveza sin alcohol, tenían que llegar los cigarrillos sin tabaco. Y han llegado arrasando, que sales a la calle y te encuentras con más tiendas de cigarrillos electrónicos que de cupcakes, esas magdalenas pijas que bendice Tamara Falcó convencida de que si dice un Ave María antes de comérselas no engordan: hija, ni rezando tres rosarios seguidos acaba una con esas bombas hipercalóricas. Y así, casi sin darnos cuenta, hemos pasado del humo al vapor, de ser chimeneas a parecer locomotoras. A cambio usted ya elige si al cigarrillo le pone aroma a tabaco, frutas del bosque, papaya, caramelos o whisky de malta, que mira tú por dónde estoy yo por comprarme uno y dejar de fumar y de comer al mismo tiempo: cuando apriete la gazuza me echo un liquidito con sabor a cocido de pava con pelotas y mato dos pájaros de un tiro. Y cuando saquen uno con regusto a Ewan McGregor, ni les cuento: voy a estar todo el día paveando, digo, vapeando.

Hablando de hombretones, ayer mi santo dejó de fumar. A lo vivo, sin cigarrillos electrónicos ni ná de ná. Puro macho. El único problema es que para mejorar su salud va a empeorar la de nuestro matrimonio, que el tío se pone insoportable cada vez que lo deja. Así que salgo un momentico a por una caja de Orfidal para mí y a por medio kilo de regaliz de palo para él, que nos esperan tiempos difíciles. Y a por tabaco, que escribiendo la columna me he fumado lo que me quedaba.

miércoles, 8 de enero de 2014

Reyes


PUBLICADO EL 7 DE ENERO DE 2014
Al fin en el curro. Qué descanso. Y sin ganas de volver a casa, porque se quedó ayer como si hubiera organizado un taller de papel maché en un frenopático: cajas, cartones y papeles por todos lados. Es el resultado de pasarse el día de Reyes desembalando juguetes, que no es que vengan a prueba de niños, es que vienen a prueba de Chuck Norris: hemos tenido que coger las tijeras de podar para sacar de su caja a la muñeca de mi ahijada, que iba atada con más cinchas que si la hubieran secuestrado unos kosovares. Así que esta tarde toca limpiar y recoger como una loca, que a mis compadres no se les ha ocurrido otra cosa que regalarle a mi hijo un puzzle de 1.000 piezas para que me pase las horas muertas buscando piececicas entre los cojines del sofá. En justa venganza, el año que viene yo le regalaré al suyo uno de 3.000, y así iniciaremos una historia de rencillas entre familias que dejará pequeña a la de los Channing y los Gioberti.
Pero además, este año mis Reyes demuestran mi más absoluta decadencia como persona humana, que diría la Benito: me han traído un robot de cocina. Lo peor es que lo he pedido yo, que estoy harta de que tras 20 años juntos mi santo y yo sigamos sin dar una con los regalos: si le intento sorprender con un jersey que no sea azul marino me dice que si es que lo quiero convertir en un moderno, y cuando a él se le ocurre regalarme un libro se va al Corte Inglés y viene con lo que le recomiendan las dependientas, háganse una idea. Así que benditos sean los tickets regalo y las cartas a Sus Majestades, sobre todo cuando las envía un crío de nueve años que pone en la dirección “A los Reyes Magos de Oriente, al lugar al que viven porque no sé dónde viven”, que les deja agua a los camellos y una copita de vino dulce a los Reyes, y que se agarra, probablemente por última vez en su vida, a la idea de que la magia existe una vez al año. Entonces se te olvidan las colas en la juguetería, el dineral en regalos y hasta el caramelazo en la frente que te ha dado el Rey Melchor al pasar la cabalgata, que vaya puntería tiene el tío para ser tan viejo.

jueves, 2 de enero de 2014

Nochevieja


PUBLICADO EL 31 DE DICIEMBRE DE 2013 EN LA VERDAD
Ya lo sé: últimamente me curro poco los títulos y menos los temas, pero yo no tengo la culpa de que este año las columnas hayan caído en Nochebuena, Nochevieja y ¡uy!, casi en Reyes, que para no gustarme la Navidad me estoy hinchando. Así que he decidido dejarme llevar por el calendario y marcarme una trilogía que ni la de Nueva York.
Y hoy toca Nochevieja, el último día del año, el día de las listas. De dos, en concreto: la de los hechos y la de los propósitos. La de los hechos la encuentran ustedes en todos los medios que hacen balance del 2013: los personajes más influyentes, los sucesos más destacados, las fotos del año, las películas más vistas, los libros más leídos. Pero no se preocupen, que como estoy saturá perdía con tanto inventario, la única lista que voy a hacer es la de la compra, que mucho marrón glacé, mucha hueva y mucho foie pero no tengo ni un mal yogur que echarle a mi bífidus. Además, para qué tanto repaso del año, si lo que hoy es noticia mañana será mierda de pavo: las mejores pelis de 2013 serán pirateadas, las canciones más escuchadas acabarán destrozadas por los Supersingles y las bodas del año terminarán en divorcio y/o anulación, dependiendo de la pasta de cada uno. Ya saben, no somos nadie, y menos en cueros.
La otra lista, la de los buenos propósitos, es la que usted y yo hacemos después de ver que en septiembre no cumplimos ni una sola de las cosas que nos prometimos: desterrar de nuestras vidas las grasas saturadas, aprender inglés, volver al gimnasio, pintar la casa (la mía tiene ya tantas manchas de humedad que estoy empezando a ver las caras de Bélmez) o sacar más tiempo para nosotras, el consejo preferido de las revistas femeninas. Y sí, creo que entre cocinar, trabajar, llevar al crío al colegio, recogerlo, los deberes y las extraescolares, me van a quedar cinco minutos para sonarme los mocos con tranquilidad y encontrarme a mí misma. Pero miren, ahora tenemos una segunda oportunidad para intentar llevar a cabo nuestros objetivos. O de volver a fracasar, en mi caso, porque ¿cómo voy a empezar bien al año si esta noche me voy a poner como Las Grecas? Es que con resaca no hay manera de hacer nada. Hasta el año que viene.