miércoles, 28 de marzo de 2012

El fin de los lunes #tróspidos

PUBLICADA EL 27 DE MARZO DE 2012 EN DETELE.ES

“Pódeste casar coa túa prima, pero sáenche os fillos tróspidos”. Ésta es la definición de “Tróspido”, el término que mejor ha descrito a los concursantes de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? y que, por ello, saltó del blog de @hematocritico al mundo en un plis plas. O en un TT, que viene a ser lo mismo. Y cada lunes por la noche la red se petaba de tuits comentando el programa de Cuatro (lo raro es que David Bisbal no haya utilizado lo de #tróspido para promocionarse, como hizo con #prayforjapan) hasta anoche mismo, en donde se cambió el hastag por #literatura (razón: aquí).

Lo cierto es que el tema ha dado para mucho: si el programa es un reflejo de la vida real, me voy a Islandia aunque sea en Ryanair porque, como dice el Consejo Audiovisual de Cataluña, el programa es machista, racista, sexista y todo lo que ustedes quieran...

Columna completa en http://detele.es/2012/03/el-fin-de-los-lunes-trospidos/

El blues del autobús

PUBLICADO EL 27 DE MARZO DE 2012 EN LA VERDAD

Como leo los periódicos con retraso siempre vivo un par de días por detrás de todo el mundo, lo que me lleva a estar aún inmersa en la campaña andaluza (qué suerte, para ustedes seguro que ya ha terminado). Así que ojeo el periódico del sábado y me encuentro con una foto de Griñán haciendo campaña en un mercadillo, un clásico preelectoral de cualquier partido. Griñán pasea entre los puestos inquietantemente enmarcado por las piernas de un maniquí con unos vaqueros color caldero, una instantánea que me recuerda a las que se hizo Carmen Martínez Bordiú para ¡HOLA! fotografiándose con los gorilas en Uganda. La puesta en escena de las imágenes me da dentera: si disfrazarse de Coronel Tapioca no convierte a Carmen en la nueva Dian Fossey, visitar un mercadillo en campaña electoral no hace que un político se entere de lo que pasa en la calle. La foto deja constancia de un gesto inútil, vacío. Preelectoral. ¿Por qué no van al mercadillo un día cualquiera? Sin cámaras, sin acólitos. O se bajan al bar y aguzan el oído mientras se trasiegan una de tomate o, si no pueden catar el pan porque están haciendo la Dukan y tienen los hidratos bajo orden de alejamiento, se van a trabajar en autobús y escuchan al respetable, siempre y cuando Radio Tele Taxi les deje oír a los pasajeros, claro, porque lo normal es que esté sonando Emilio José a todo trapo y el bus parezca una disco móvil para mayores de 65 años. Pero si prestan atención, por debajo de “Soledad” oirán palabras de desencanto, frustración, desafección. Se enterarán de que la señora de la primera fila tiene dos hijos en paro, y que su mayor se ha separado y ha vuelto a su casa porque no puede pagarse un alquiler, y que ella cobra una porquería de pensión, y que toda la vida trabajando para esto. Y un hombre en la fila de atrás le contestará diciendo que él está igual, que lo han echado, que no sabe qué va hacer, con tres críos pequeños, figúrese. Y el señor que se ha quedado de pie porque se baja en seguida moverá la cabeza mascullando algo que no acertarán a entender porque ahora está cantando Juan Pardo. Y entonces nuestros políticos, los suyos y los míos, llegarán al despacho con el blues del autobús resonando en sus oídos. Y a lo mejor sirve de algo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La gravedad es relativa

PUBLICADO EL 20 DE MARZO DE 2012 EN LA VERDAD

Como la ignorancia no me ha hecho atrevida, ni se me ocurre comentar la actuación de José Carlos Martínez el pasado jueves en el Auditorio El Batel: no creo que haber visto “Cisne negro” e “Isadora” me faculte lo suficiente para ello. Tampoco pude ampliar estudios con “Un paso adelante”, porque era salir Beatriz Luengo dando perigallos y a mí entrarme alferecía, así que mis conocimientos sobre la danza son nulos. Pero cuando el pasado jueves vi a José Carlos Martínez y a la CND me quedé fascinada, alucinada, asombrada. Elegantes, bellísimos y exquisitos, Martínez y los suyos demuestran que la gravedad es relativa: giran, saltan y aterrizan sobre el escenario sin hacer ni un ruido al caer. Y sin esfuerzo aparente: sus rostros sólo reflejan la emoción de la música y no el extraordinario sufrimiento de sus cuerpos. ¿Cómo lo hacen? Si a mí me ha salido una arruga en el entrecejo con las clases de Pilates tan sólo de intentar llevar los isquiones hacia abajo como si a) yo supiera qué son los isquiones y b) en el caso de saberlo, pudiera localizarlos entre una masa de celulitis que avanza hacia mis rodillas como Godzilla hacia Tokio, no quiero ni pensar qué cara se me pondría haciendo un Grand Jeté. Miedo me doy.

Agradecida por una noche mágica (qué ganas tenía de escribir “noche mágica”, lo siguiente va a ser “marco incomparable”), sólo un “pero” a la organización: la próxima vez traigan a Pepe, el animador de “Sálvame”, para que nos indique en qué momento tenemos que aplaudir, porque por allí sí había algún ignorante atrevido. Y repartan Pictolines con las entradas, que la Reina se marchó pensando que una epidemia de tosferina asolaba la ciudad. Porque ya saben que vino la Reina, que últimamente Cartagena es un non stop de inauguraciones y celebraciones: Doña Letizia estuvo en la del Hospital de Santa Lucía, el Príncipe Felipe en el 475 aniversario de la Infantería de Marina y la Reina en la inauguración del Auditorio. Mucho están viniendo por la zona; les sale a cuenta abandonar Marivent y comprarse un apartamento en La Manga del Mar Menor. Y el “Fortuna” que lo dejen en Mallorca, que aquí tenemos el “Joven María Dolores”. Así que mientras practico mi demi-plié, voy a hacer un fondo de caldero y a congelarlo, no sea que Doña Sofía me aparezca un día a comer sin avisar. Un, deux, trois y sofrío las ñoras.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mi gran boda gay

PUBLICADO EL 13 DE MARZO DE 2012 EN LA VERDAD


En abril tengo boda, una boda como Dios manda, con su banquetazo, su fiesta y su desparrame. Qué gusto. Porque ahora que a algunos le ha dado por convertir su boda en algo más triste que el velatorio de Chanquete (“Es un puro trámite, no hay nada que celebrar; nos vamos al juzgado, firmamos y volvemos al trabajo”), que te inviten a un bodorrio es una alegría. Y a tal efecto y envuelta en la campaña del micromecenazgo, le he encargado el vestido a una diseñadora murciana, aunque con lo que me ha costado el modelo más que micro soy macro; tanto que en cuanto lo pague voy a tatuarme un “Yo soy mecenas de la cultura” en el brazo, aviso. Pero es mi primera gran boda gay y no reparo en gastos.

Y en medio de este despiporre prenupcial llega Kirk Cameron, el chaval de “Los problemas crecen”, y afirma la semana pasada en la CNN que “la homosexualidad es antinatural, perjudicial y destruye principios de la civilización”. Así, del tirón. Personalmente me importan tres pimientos los pronunciamientos de Cameron sobre este tema, de hecho me importan tres pimientos los pronunciamientos de Cameron sobre cualquier tema (estoy convencida de que sólo dice estas cosas para que los de Muchachada Nui le dediquen un “Celebrities”), pero toca las narices que siempre estén a vueltas con lo mismo. Aquí el Tribunal Constitucional aún no se ha pronunciado sobre el recurso presentado contra los matrimonios gays, y entre tarjetas de boda, menús y preparativos varios, mis amigos se preguntan qué pasará si el Constitucional se declara a favor de dicho recurso. Y aunque yo soy más de la opinión de Fran Lebowitz, que ironiza sobre el matrimonio afirmando que si lo bueno de ser gay era no casarse cómo es posible que quieran entrar en una de las instituciones más limitantes que existen, sinceramente no entiendo estas ganas de impedir que todos tengamos el mismo derecho a elegir si queremos jorobarnos la vida casándonos. Así que si llega el caso y el Constitucional la lía, me coloco todo mi mecenazgo encima, me siento en la puerta del Tribunal, cojo un megáfono y me pongo a cantar el repertorio íntegro de Judy Garland y Barbra Streisand, desde “Somewhere over the rainbow” hasta “Memory”, que tengo poquita voz pero desagradable. Que a mí no me fastidian mi gran boda gay.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Amanece que no es poco

Publicado el 6 de marzo de 2012 en LA VERDAD


Mi amigo H. me contó que, durante la posguerra, quitaron los rosales de su jardín y se dedicaron a cultivar patatas. “Las rosas no se comen”, me decía. “¿Ni las de pitiminí?” “Ni las de pitiminí”. Tiempos difíciles en los que se sacrificaba todo lo que no fuera útil o productivo. Me suena. Así que, dispuesta a adaptarme a los nuevos viejos tiempos y a no verle más la cara a mi frutero, invierto una luminosa mañana de sábado en plantar verduras y hortalizas. Pero cuando me siento a echar cuentas con lápiz y papel veo que, en lugar de ahorrar, entre abonos y agua me va a salir cada tomate por un pico. Si es que no aprendo; tenía que haber plantado marihuana como en Rasquera, un pueblo de Tarragona donde el Ayuntamiento ha dado permiso para hacerlo con fines terapéuticos y lúdicos (¡y tan lúdicos!) porque, gracias a ello, van a ingresar 1.300.000 euros cada dos años. La historia es tan surrealista que deduzco que el alcalde tiene que ser el de “Amanece que no es poco” ("¡Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”). Pero no, el tío es de ERC y dice que no hay que preocuparse, que es para autoconsumo. ¿Autoconsumo? Paso: después de una historia muy poco proustiana con una magdalena en Ámsterdam, nunca mais. Lo juro. En cualquier caso, lo cultivaré para venta al detal. Ah, ¿qué está prohibido? A ver, un momento: ¿Estos tíos van a sembrar 7 hectáreas y yo no puedo plantar medio metro? ¿Y además se van a sacar un dineral? ¿Y eso no es delito? Pues ya estoy otra vez hecha un lío. No me arriesgo: la marihuana que la plante Melendi. Yo sigo con los tomates, los guisantes, los calabacines, las judías, las zanahorias y una cosa que se llama mastuerzo, que no sé lo que es ni quiero saberlo: prefiero esperar a que crezca y me de una sorpresa, a ver si me pasa como a Pastora Vega y me sale un mozo en el bancal. Tratándose de un mastuerzo será tonto del haba, claro, pero nada indica que no se le pueda dar un aire a Hugh Jackman. ¡Uy, si parece que ya le veo un poco el pelo! Pues sí que es fértil esta tierra, sí: voy a quitar las zanahorias y a plantar monedas de 2 euros. A ver si hay suerte.

P.D.: Dedicada a Carlos Andújar, fan irredento de la peli de Cuerda. Y al gran Humberto Girón, al que seguimos echando tanto, tantísimo de menos.