viernes, 12 de junio de 2009

Lomanismos

¡Qué ganas les ha entrado a todos de mostrarnos cómo viven los ricos! Un niño de Dickens mirando por el escaparate de un salón de té londinense, en eso es en lo que nos convierten los de "Comando Actualidad" con ¿Los ricos también lloran? Y nos va la marcha, porque la intervención de Carmen Lomana ha batido récords de descargas en la red. A Carmen le salen lomanismos de la boca, como a Ramón Gómez de la Serna le salían greguerías de la pluma: dice Lomana que a los pobres de siempre no les afecta la crisis porque ya están acostumbrados, lo malo es para la gente que ha tenido dinero de toda la vida y ahora ven cómo les embargan las casas o caen sus acciones. Y lleva razón: no puedes echar de menos el caviar si nunca lo probaste.

"¿Un mercadillo? ¿De esos que hacen en los pueblos? Me divierte mucho. La verdad es que no he ido nunca, pero debe ser muy divertido". Lo escribo ya traducido, porque Carmen habla en SMS, comiéndose la mitad de las letras, en un idioma que sólo chanelan Tamara Falcó y Naty Abascal, y cuyo acento mejora a base de bisturí porque al aumentar el número de liftings también aumentan prodigiosamente las fricativas nasalizadas (excepto en el caso de Tamara Falcó, que es bilingüe de nacimiento).

Lomana es una señora que cuando enviudó de un industrial rico riquísimo se fue a Madrid a alegrar las fiestas, como el turrón. "En San Sebastián me ahogaba", dice. Normal: no es lo mismo salir en la hoja parroquial de la Catedral del Buen Pastor que en el ¡HOLA!, porque ¿para qué quiere una tantos trajes si no es para lucirlos a doble página? ¿En dónde podría afirmar cosas como "Me duele ese halo de millonaria frívola y compradora compulsiva que tengo" rodeada de Manolos y Jimmy Choos y enfundada en un Dior? Cualquier otra hubiera ilustrado la frase vestida con una camiseta de una ONG sosteniendo en sus brazos a un niño mal nutrido, pero nuestra heroína no. Ella lo hace en medio del esplendor consumista. Con dos tacones.

Servidora ha pasado de la lomografía (como Pocholo) al lomanismo. Quiero a Lomana como ministra de lo que sea. Si ya existe el pensamiento bibiano, como dice Carlos Herrera, no nos vendría mal el pensamiento lomano. Y si Zapatero no la quiere, que pruebe con Berlusconi, aunque no me imagino a Lomana en la villa del dragón. Con lo que se gasta en tratamientos le horrorizaría aparecer en las fotos con la cara pixelada al lado de otro señor que resulta ser un político checo al que sólo se le ve el zipotêk. Mucha clase (y muchos años) tiene Lomana para ser parte de un gabinete presidido por la versión italiana de Fernando Esteso. Y ahora que ha llegado Andrés Pajares ni les cuento: ¿vieron las fotos de Berlusconi y Gaddafi juntos? Parece un remake de Los bingueros: Gaddafi con su reinterpretación morena del hair styling de la duquesa de Alba, su foto reivindicativa en la pechera y su guardia personal formada por Rosanna Yanni, Mirta Miller y África Pratt. La jaima se les va a quedar pequeña a estos dos.

No me extraña que estén haciendo una tesis doctoral sobre Lomana; si hicieron una sobre Belén Esteban, cualquier cosa es posible. Lo que no sé es cómo House y su equipo no le han hecho una craneotomía para ver lo que hay dentro de su cabeza. Ni sarcoidosis ni enfermedad de Cushing, sólo tontería crónica autoinmune. Ah, y por cierto, no le digan a Lomana que mi auténtica musa en cuanto a nuevas tendencias se refiere es La Flipa o no heredaré los chaneles.