miércoles, 30 de enero de 2008

This is the end

Así, sin anestesia. Se acabó el tomate. Hala. Y ahora ¿qué? El único programa cultural de la televisión y van y se lo cargan. Desgaste del formato, dicen, y bajada de audiencia, claro (http://www.vertele.com). Y encima sin avisar, porque si te lo dicen pues una se va haciendo a la idea y se va despidiendo poco a poco, y espera el final atrapada en una extraña melancolía previa por lo que aún no se ha ido pero se irá. Es lo que pasa con "Los Soprano": sólo le quedan dos capítulos y yo ya me voy despidiendo de Tony, de Carmela, de Anthony Jr. y de toda la panda mientras me invade la angustia de ver la caída irremediable de un atajo de cabrones que ya son de la familia. Y como sé que se acaba, aunque aún no sé cómo, me tienen loca intentando ver por dónde van a ir los tiros (nunca mejor dicho). Y ves venir la tragedia, y un aire emponzoñado de decadencia y desastre recorre los últimos capítulos. Y ves como la bola de nieve se hace cada vez más grande y no hay quien la detenga. Y veo a Tony comiendo pasta, y las uñas macarras de Carmela, y los peinados de Paulie (que parece una señora mayor; todos los mafiosos viejos de Los Soprano les parecen a mi tía la de Lorca) y voy saboreándolos como el final de un bocadillo. Lo describe Carlos Boyero mucho mejor que yo, para variar: "David Chase, inventor, conductor y alma genial de Los Soprano, ha congregado a los más brillantes guionistas y directores que ha tenido la saga (Allan Taylor y Tim Van Patten, entre otras pioneras luminarias) para que nos cuenten de forma extraordinaria el crepúsculo de los reyes de New Jersey... la colección de metástasis, vejigas en descomposición, Alzheimer galopante e infartos traidores que están machacando a mis villanos favoritos...la violencia interna y externa está alcanzando el paroxismo". En cambio los comentarios de J.J. tendré que saborearlos a posteriori porque nadie ha avisado (3 días no son suficientes, Vasile, que eres lo peor, que ya te lo dijo la Campos, aunque ahora haya vuelto a casa como la madre pródiga que es). Porque ¿qué es más terrible: morirte lentamente y que te de tiempo a despedirte y a dejarlo todo atado o cascar de repente, sin previo aviso? Supongo que en el fondo da igual, en ambos casos el resultado es el mismo: se acabó, que diría la María Jiménez pre-Sabina. Es el fin de dos programas que han cambiado la manera de hacer televisón, para bien o para mal. Así que this is the end, hermano. El fin de una era. La hecatombe. El Apocalipsis. Ciao.

lunes, 28 de enero de 2008

Karmele en la nieve

Finde en Sierra Nevada. Miedo escénico: 12 adultos+9 niños=desastre total. Pues no, mire usted por donde; ha ido la cosa mejor de lo que esperábamos. Patrocinados por Decathlon y los monos de los amigos que fueron una vez a la nieve y no han vuelto nunca más, llegamos a la cumbre de los deslizamientos en trineo. Piñas a mansalva entre los niños (afortunadamente los nuestros salieron indemnes, María con un chichón, pero nada grave), papás agotados y servidora protagonizando una de las escenas más patéticas que se hayan producido jamás sobre un trineo. Para que se hagan una idea ¿han visto a Karmele en "Supervivientes"? Pues ésa era yo, en versión blanca. Me pasó lo mismo que a la Obregón con los frenos de su Mercedes (lean la crónica de Rosa Belmonte al respecto): el trineo no paraba (¿por qué no llevan ABS?), la gente se descojonaba y yo veía pasar mi vida como una película. Inenarrable. Lastimoso. De pena.

Para redondear la cosa, veinte mil papás grabando a sus nenes y a nadie se le ocurre filmarme a mí. Hubiera colgado el video en mi blog y las visitas habrían aumentado espectacularmente; nadie se resiste a ver a una treinteañera ridícula. Y eso que servidora que estaba dispuesta a inmolar su buen nombre y su imagen glamourosa en aras de su público, pero nada, se han quedado ustedes sin ver las imágenes de la temporada. La próxima vez que vaya a esquiar llamo a Eva Mesa, reportera tomatera, para que me grabe. Así no habrá despistes.

Pero todo esto decepciona un poco, porque una ve en el Semana a las Infantas tan monísimas en Baqueira, o a Victoria hecha una ridícula con sus esquíes de Chanel y enseñando el ombligo en los Alpes y piensa que esto de la nieve es lo más. Y no, no, es como Benidorm en agosto: zangones en vaqueros tirándose a lo bestia, mamás congeladas con abrigos de pieles y botas de cuña y papás en chándal haciéndose los machotes ("¿Frío yo?. Nunca"). En cualquier momento parece que va a salir Alfredo Landa con el gorrico de lana calado hasta las cejas persiguiendo a una española de mono apretado (a una sueca no, bastante nieve tienen ellas allí como para venir a España a buscarla). A pesar de todo, mucha diversión (sobre todo a mi costa) y mucha juerga. Repetiremos, que hay que amortizar los gastos del Decathlon.

Por cierto ¿alguien sabe el motivo de la bronca entre Garci y Landa? En el semanal de El País Alfredo Landa se lo cuenta a su entrevistador con pelos y señales, pero éste no lo publica. (también es mala leche, si no lo vas a publicar no te hagas el listo diciendo que te lo ha contado). Es lo que tienen las grandes amistades, que si se acaban son más dolorosas que un divorcio. Esperemos que se arregle la cosa, miren lo de Almodóvar y Carmen Maura: en plena gala de los Goya Pedro le soltó aquello de "Si un muro tan espantoso e irracional como el de Berlín ha caído, ése que nos separa a ti y a mí puede también caer". Hicieron falta 17 años para que volvieran a trabajar juntos, pero volvieron. Así que aunque Landa se haya retirado y no trabaje nunca más ni con Garci ni con ningún otro director todavía puede volver a prepararle un dry martini a José Luis en su casa. La esperanza es lo último que se pierde. Estaremos atentos a los Goya.

viernes, 11 de enero de 2008

Mujer blanca, hombre negro

• Me he enganchado a las primarias norteamericanas. Sí, éste es un país libre y cada uno se engancha a lo que quiere (o a lo que puede pagar, misma cosa es). Así que mientras ahorro para convertir al Dr. Chams en mi médico de cabecera, le tiro a la política.

• Por suerte o por desgracia sabemos más de las elecciones norteamericanas que de las españolas. De hecho, estamos más preparados para llegar a ser congresista en EEUU que parlamentario aquí. Recuerden todo lo que se ha rodado sobre el tema: "El Ala Oeste de la Casa Blanca", “Sra. Presidenta”, "El candidato" (de cuando Redford todavía permitía los primerísimos planos), "Candidata al poder", “Todos los hombres del Presidente”, "El color de la ambición" (mi chico favorito, John Cusack, es el ambicioso), “La guerra de Charlie Wilson” (que viene por ahí)… es curioso como un pueblo tan infantil y primario para unas cosas tiene los reaños de someter a sus instituciones a un examen despiadado y certero a través de una de sus industrias más rentables (la del cine). Aquí estrenan “Moncloa ¿dígame?” y ¡hala, a votar con criterio! Claro, así pasa lo que pasa, que Peñafiel se cree que contar el asunto del Rey con la pija mallorquina es hacer un examen despiadado y certero de las instituciones desde una de nuestras industrias más rentables (la del corazón). No, Jaime, no, eso es otra cosa. Aunque, la verdad, lo de Bárbara Rey, el chantaje, los 500 millones y las sospechas sobre la muerte de Antonio Herrero es de Woodward y Bernstein. O de Anacleto, agente secreto (según se mire).

• Además, yo he entendido antes lo de los caicus de Iowa que el sistema D’Hont.

• Visto lo visto, está claro que de estas elecciones tienen que hacer una adaptación cinematográfica. Imagínense a Meryl Streep o a Glenn Close interpretando a Hillary, visualicen la escena de las lágrimas de la candidata tras el desastre de Iowa... Oscar seguro. ¿Y Will Smith como Obama? Más delgadico y perdiendo músculo da la talla fijo.

• Evidentemente me he enganchado al tema por el morbazo que da que dos de los candidatos representen a grupos históricamente machacados y la posibilidad de transformación real que conlleva, porque ¿cuál es el mayor cambio, una presidenta blanca o un presidente negro? ¿Quién supone una mayor ruptura a la hora de gobernar, alguien que procede de un grupo discriminado a lo largo de los años por razón de sexo o un hombre cuya raza sigue estando bajo sospecha? ¿Qué suena más fuerte, “The President of the United States, Mrs. Hillary Clinton” o “The President of the United States, Mr. Barack Obama”? ¿Tenemos verdaderamente las mujeres otra forma de hacer política? ¿Por qué Oprah Winfrey apoya la raza por encima del sexo? ¿Alguien conoce las diferencias entre los programas de Clinton y Obama? En el fondo da igual, porque son tantas las concesiones ambos tendrán que hacer en el camino hacia la Casa Blanca que al final Hillary tendrá un bigotón que ni la Pantoja y Obama será blanco blanquito, y ya no habrá diferencias de sexo ni de razas (uy, suena a canción de misa con poncho y guitarra!) Pero mientras tanto, enterteinment puro y duro pal cuerpo.

• Hablando del tema, un regalito de Morrissey (“America is not the world”)

IN AMERICA
THE LAND OF THE FREE, THEY SAID
AND OF OPPORTUNITY, IN A JUST AND A
TRUTHFUL WAY
BUT WHERE THE PRESIDENT, IS NEVER
BLACK, FEMALE OR GAY
AND UNTIL THAT DAY
YOU’VE GOT NOTHING TO SAY TO ME, TO
HELP ME BELIEVE

EN AMÉRICA, LA TIERRA DE LA LIBERTAD, DICEN, Y DE LA OPORTUNIDAD, DE FORMA ÚNICA Y VERAZ
PERO DONDE EL PRESIDENTE NUNCA ES NEGRO, MUJER U
HOMOSEXUAL
Y HASTA QUE LLEGUE ESE DÍA
NO TIENES NADA QUE DECIRME QUE ME AYUDE A CREER

Y es que posiblemente el cambio auténtico venga cuando llegue al poder una mujer negra. Y lesbiana. Y atea, claro. Entonces sí creeremos.

martes, 8 de enero de 2008

Champú dorado

Este año nos quedamos sin los Globos de Oro. Y mira que soy partidaria de las strikes y de los guionistas, pero como me joroben también los Oscars servidora y la WGA (Writers Guild of America) la vamos a tener. Porque yo gano un Oscar cada dos o tres años. No, no me pongan esa cara y no miren para otro lado: ¿a ustedes nunca le han dado uno? ¿No? ¿Seguro? Bueno, a lo mejor se han llevado un Tony, un Emmy o un Grammy. O una Palma de Oro en Cannes. O un León de Oro en el Festival de Publicidad. O si les va el rollo patrio, un Goya (un Ondas no, que no dan tiempo para los agradecimientos y una no puede lucirse). Si vuelan muy alto o si les ponen los escotes de la princesa Magdalena, un Nobel. Y si lo que les mola es recoger el premio en pantalón corto y rozarse y abrazarse con un montón de tíos sudados y semidesnudos, la Champions. ¿Será por premios?
El tema es que estoy convencida de que más de uno se ha colocado delante del espejo y ha agredecido el premio a sus padres, a su abuela recientemente desaparecida, a su novio/a y a su hijo/a. Yo me he llevado tres: por "El silencio de los corderos", por "Million Dollar Baby" y por "Volver". No, cuatro: se me olvidaba el de "Monster's Ball", cuando Adrian Brody me plantó aquel pedazo de beso (jurlll!!!). Nominada he estado muchas veces (hay que perder de vez en cuando para que todo el mundo hable de la injusticia que se ha cometido contigo) y la cara de "oh, estoy un poco desilusionada, pero muy contenta de que se lo hayan dado a Meryl Streep, gran actriz y mejor persona" me sale de maravilla. Para eso soy actriz. Y de las mejores, que tengo cuatro Oscars.
Pero lo más divertido es ojear el Vogue y decidir qué se pone una para las galas. Yo utilizo siempre la misma política: diseñador español para premios extranjeros, diseñador extranjero para premios españoles. Si es un Goya me coloco un Galliano, un Armani Haute Couture o un Marc Jacobs. Si se trata de un Oscar o de una Palma de Oro, un Jesús de Pozo o un sybillazo. Nunca, jamás, un Hannibal Laguna: un hombre que ha vestido a Norma Duval no puede vestirme a mí. Es una cuestión de principios. Y bien que lo siento porque últimamente hace cosas espectaculares, pero servidora posee férreos valores.
Así que, como mujer experimentada en estas lides que soy, les dejo una serie de recomendaciones para cuando reciban su premio: no acudan a recogerlo acompañados de la pareja de turno, luego se pasarán la vida viendo imágenes donde aparecen con un tipo/a al que ahora aborrecen. Pronuncien un discurso corto, pero emotivo y gracioso; lloren un pelín al principio, hagan como que no pueden hablar durante un instante, esperen al segundo aplauso y entonces arranquen ya sin titubeos (sólo en el caso de premios del mundo del entertainment, si es tema literario, alegría contenida y austeridad). Bajen del avión con las gafas puestas y el premio en la mano; los periodistas querrán fotografiarle con él. Nunca digan que lo ponen en el salón: o en el baño o se lo dan a su madre para que lo coloque entre el Diploma acreditativo de su participación en la San Silvestre de 1981 y el cenicero de barro que hizo en preescolar por el Día del Padre. Jamás ganen un Grammy Latino (es lo más cutre que hay). Sí, pueden llevarse el galardón al mejor actor de cine porno, concretamente en la feria anual de la industria pornográfica de Las Vegas. Nunca ganen un premio por la actividad profesional que desempeñan en la realidad: si no se lo dan jamás, su grado de frustración será mayúsculo. Y si se lo dan, no me lo cuenten: mi grado de envidia es tan mayúsculo como mi frustración (les diré que me alegro mucho y me creerán porque soy actriz -¿les he dicho ya que tengo cuatro Oscars?-, pero es mentira). Y por encima de todo y sobre todo, no cojan el bote de champú anticaída como si fuera la estatuilla: el espejo les devolverá una imagen tan patética que se darán cuenta de lo pavos que son. Y se deprimirán mucho.