jueves, 22 de noviembre de 2007

Minis

• Muere Fernando Fernán Gómez. Y lo que más me fastidia (dejando a un lado la muerte misma, por supuesto) es que hay gente que sólo le va a recordar por sus exabruptos (Dios mío, cuántas veces los veremos estos días en televisión) y no por sus pelis, su ingenio, su voz... vaya, da igual, que cada uno lo asocie a lo que quiera, pero que vean las pelis, que es lo que cuenta, entre ellas (va para el sector murciano) "El extraño viaje", sobre el crimen de Mazarrón.

• Siempre quise ponerle Martín a mi hijo, pero claro, llamarse Martín Martínez era todo un riesgo porque o tenías una personalidad arrolladora y a todo el mundo le parecía curioso y estupendo llamarse así o te hundían la adolescencia para siempre. Mira tú por dónde, mi hijo hubiera aguantado ese nombre, como Fernando Fernán.

• Sí, me molaba mucho Fernando Fernán Gómez. He dicho "me molaba", no "me ponía", que no es lo mismo, aunque hay casos más raros por ahí: a mi amiga Carmen le pone Ruiz Gallardón. A Rajoy también le pone, pero de los nervios. Por cierto ¿conocen a alguien a quien le ponga Federico Jiménez Losantos? A alguien que tenga el valor de confesarlo públicamente, claro. Es simple curiosidad.

• A Joaquín Zamora (azultintachina) le han dedicado un articulazo en La Opinión del 21-11-07. Lo suscribo todo mientras me muero de envidia. Qué quieren, soy una mujer de sentimientos encontrados (además de una belleza legendaria).

• Ayer se entregaron los Premios de la Academia de la Televisión, con una gala muy bien capitaneada por Buenafuente (es lo que funciona, lo llevan haciendo los americanos toda la vida y de esto saben mucho: presentador ocurrente -Billy Crystal, Whoopi Goldberg, Corbacho, Rosa María Sardá... + parejas de presentadores entregando premios = buen show. Hay que olvidarse del tema experimental). Todo estupendo, pero ni una nominación para el Tomate, of course. Estos tíos no tienen sentido de humor.

• Bueno, sí que lo tienen: premiaron un espacio de TV Castilla-La Mancha llamado "Nuestro Campo Bravo". No me digan que no es buenísimo el título de programa.

• Hay un post de Marta Cibelina en 20 minutos donde dice que tras las elecciones se va a anunciar el lío entre un importante político del PP y una joven rubia y guapa, ambos casados. Lo mejor es entrar en los comentarios y ver las apuestas que se hacen sobre los posibles nombres. Apuesten aquí también si quieren. A jugaaaaaaaaaaaarr!!!!!

• La semana que viene hago caldo gallego. Interesados pónganse en contacto conmigo y preparen sus tuppers.

• Llueve en Cartagena. Y es una lluvia molona, finita, de la que va calando poco a poco en la tierra. ¿De qué era aquello de "llueve en mi corazón"? ¿Alguien se acuerda?

• Empieza a llover más fuerte. Con qué facilidad se pasa de la poesía a la mala leche.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Cosas que parecen libros (pero que no lo son)

Le había prometido a Carlos Recio que no iba a decir nada sobre el libriquio de José Mª Aznar "Cartas a un joven español", porque a pesar de que el título me deja fuera del target (y es que ya no soy joven, aunque no lo parezca porque estoy monísima) cada vez que entro en El Corte Inglés por la sección de libros José Mari me mira inquietante, con una de esas miradas que te siguen vayas donde vayas y con esa melena que no necesita a Rupert, sino a Eduardo Manostijeras. Y yo, mujer cumplidora de promesas donde las haya, mordiéndome la lengua para no hablar sobre esa portada. Pero resulta que contraataca Zapatero con "Madera de Zapatero", una hagiografía del muchacho escrita por Suso del Toro, y eso ya me supera. Y como también soy una mujer equilibrada donde las haya, voy y compro los dos. Al ir a pagar los pongo juntos sobre el mostrador, y noto que los libros empiezan a agitarse, sobre todo el de Aznar, así que meto cada uno en una bolsa. Cuando llego a casa los coloco por orden alfabético en mi biblioteca (sí, también soy una mujer ordenada); como el apellido de uno empieza por la A y el del otro por la Z los pongo a cada uno en un extremo de la librería. Me siento en el ordenador y al poco tiempo oigo un ruido sordo: se ha caído de la estantería "La ceremonia del adiós" de Beauvoir. Me levanto para ponerlo en su sitio y mientras me agacho a recogerlo oigo ¡plof! y veo en el suelo "El fantasma de Canterville" de Wilde. Antes de que me de tiempo a colocarlo en el estante, ¡plof! ¡plof!: Bioy Casares y Böll. Del otro extremo caen un libro de Wells y tres de Verne. Y siguen cayendo; por la izquierda saltan por la borda Borges, Cernuda, Conrad y Cortázar, por la derecha son arrojados al vacío Twain, Stoker, Shelley y Salgari. Y entonces me doy cuenta: Aznar y Zapatero están tirando todos los libros que hay entre ellos. Unos se resisten más que otros, como el de Camus, que lucha como un jabato, pero al final caen. Contemplo atónita cómo el suelo de la buhardilla se inunda de libros; unos abiertos boca arriba, como descerrajados de un tiro en la barriga, otros boca abajo, con las páginas dobladas al intentar parar la caída. Siguen tirando libros hasta que llegan a la enciclopedia de "Historia de España". Se paran. Se miran (sí, sé que los libros no tienen ojos, pero también sé que estos se están mirando). Se retan: Aznar hojea sus páginas rápidamente, como una ráfaga; Zapatero apoya el lomo en la pared con pose chulesca. Y ya no puedo más: no les voy a consentir que se carguen la "Historia de España" porque a ellos le dé la gana. Así que los cojo con fuerza (Aznar se resiste de tal forma que me quedo con la guarda en la mano, Zapatero parece más tranquilo, pero cuando menos me lo espero me salta a la cara e intenta ahogarme con sus páginas, consigo arrancármelo y "prosperidaz", "solidaridaz" e "igualdaz" se quedan impresas en mi frente y en mis mejillas, pero al revés -"zadirepsoprp", "zadiradilos", "zadlaugi", parece que me ha atacado Antonio Ozores-). Los meto en una bolsa y consigo llegar a El Corte Inglés mientras me golpean los muslos al andar, cosa que me fastidia muchísimo porque yo soy de moratón fácil y va a parecer que La Masa ha intentado meterme mano. Llego a la caja y abro la bolsa: están prácticamente destrozados. La chica me mira y oye mis explicaciones con cara de no creerse nada de nada: "Lo siento, si me trae los libros en ese estado no le puedo devolver el dinero, señora" (encima "señora", ésta tampoco piensa que soy joven. ¡Pero si estoy otra vez con el "Advanced Night Repair" de Estée Lauder, que me cuesta un congo!). Mosqueada vuelvo a casa, doy varias vueltas sin saber qué hacer con ellos hasta que decido meterlos en el congelador, como hacía Joey con "Mujercitas" para que la historia no avanzase y Beth no muriera. Les hago sitio entre un paquete de "Salto" de Frudesa, 2 pechugas de pollo y "El Resplandor". Y entonces me doy cuenta de lo bien que hice en invertir en un frigorífico "no frost" que no necesita ser descongelado. Dios bendiga a Smeg y a su tecnología.

lunes, 12 de noviembre de 2007

La vuelta de "Tómbola"

Pues estoy yo tan tranquila en mi casa el sábado por la noche (desde que estoy quitada de todo ya no salgo, pa qué) y voy y descubro que "Tómbola" ha vuelto. Sin avisar, así, por las bravas. Y además en plan remake, porque me encuentro al Rey diciéndole a Chávez aquello de "¡que te calles, Karmele!". Impresionante. Me quedo traspuesta y compruebo que es una cumbre tombolérica con todas las letras, con la Bachelet llegando tarde a poner orden (igualica que Ximo Rovira) y Zapatero en plan Lydia Lozano (por aquello de los ojos claros, porque el chal seguro que lo lleva mucho mejor él, dónde vas a parar). Vamos, un "Tómbola 2: el Regreso" en toda regla.
Y es que la influencia del tombolerismo en el panorama político es mucho más profunda de lo que parece, y gracias a ella la clase política ha aprendido cómo funcionan los entresijos de las exclusivas y la diferencia entre un robado, un robado-pactado y un posado-pactado: mientras Chávez da titulares a diestro y siniestro con la intención de crear expectación y tener así más público para su programa "Aló presidente" (igualito que la Esteban, que va dejando caer miguitas y sólo pone a caldo a la Campa en "A.R." - "yo sólo hablo en mi programa, ¿sabes?"-), el Rey se larga en cuanto Ortega abre la boca en claro y merecido homenaje a Chábeli, musa e impulsora de este movimiento. Es decir, una muestra clara del post-tombolerismo y su herencia transversal. Porque el sistema rosa se extiende como el universo, que se expande, o como mi celulitis, que también se expande: hay políticos que sólo conceden entrevistas a los periodistas de su rollo (como I.P. a Chelo García Cortés), que utilizan un populismo desmedido al más puro Rocío Jurado, que cuentan unas pelis que pa qué pensando que el público es tonto, que sólo están simpáticos con los periodistas cuando están en promoción-elección como si acabaran de sacar un disco o que ponen a caldo al otro para salir más en los medios. Y gracias a internet el sistema ya se expande del todo y a una rapidez pasmosa, y navegando por la red te encuentras con todo tipo de ramificaciones tomboléricas, como el "outing" cachondo que se le ha hecho a Chávez para que salga del armario (cosa que no me extraña nada porque está hecho una folclórica). Y yo en este caso estoy de acuerdo, mire usted por dónde, pero no en que salga del armario gay, que es una cuestión personal, sino en que salga del armario de los dictadores que se disfrazan de demócratas. Ése sí que es un "outing" que sirve para algo. Pero ésa es otra historia.
Y por si fuera poco el tombolerismo vuelve coincidiendo en el tiempo con el 30 aniversario del punk (se celebran los 30 años del "Never mind the bollocks" y los Sex Pistols se embarcan en una gira para hacer caja), coincidencia que no es casual puesto que ambos movimientos se confunden y se solapan entre sí compartiendo desde actitudes (insultos, desplantes, broncas, provocaciones o cortes de manga -recuerden el que hizo a los periodistas la Duquesa de Alba, una genuina antisistema-) hasta atuendos (la secreta adscripción al post-punk de Jaime Cantizano es lo único que puede explicar sus estilismos en "Dónde estás corazón"). Y al final las sinergias entre ambas tendencias y su influencia en la política terminan con un Chávez que parece un cruce entre Karmele (que lleva un rollo bastante Vivienne Westwood, ahora que caigo) y Sid Vicious. Y como Chávez está hecho un punki, pues nada, que God save the King.

jueves, 8 de noviembre de 2007

De Holy a Holly

Holy Golightly ("Desayuno con Diamantes") los llamaba "días rojos". Luz Casal, "días marrones". Mi compa Miguel M. (hoy elevado a los altares del diseño gráfico con un par de germinales) "esos días en que te molaría ser jardinero del Ayuntamiento y no calentarte la cabeza". Y yo los llamo "días de la nube negra", los conocen ¿verdad?, esos días en que parece que tienes sobre ti una nube oscura que te agobia y no te deja respirar, como si te rodeara un aire mefítico (tenía unas ganas de colocar esa palabra desde que la aprendí que ni les cuento) y en los que lloras hasta con el hilo musical de El Corte Inglés mientras haces cola en la caja. Peor que en el Mercadona en Navidad escuchando "El Tamborilero". Y no pasa nada especial, es un día igual que ayer y, casi seguro, que mañana. Un momento: ahora que lo pienso, a lo mejor es por eso. Sí, es muy probable.
El caso es que en esos días hay que alejarse de casi todo, especialmente de las canciones de amor macarras. Porque no sé si se han dado cuenta, pero cuando uno está así cuanto más cutre es la canción, más se llora; esta proporcionalidad directa alcanza su cota máxima cuando la canción es de Alejandro Sanz, al que odio entrañablemente (es decir, con las entrañas) y del que no tengo un solo disco, pero que en esos días aparece en cualquier lugar como si de un niño de "El Orfanato" se tratara: pones la tele y "mi soledad y yooooooooooo", pones la radio y la cancioncica del accidente y ¡hala, otra jartá de llorar!. En fin, un desastre. También es un día horrible para el rimmel.
Y, por supuesto, prohibidos los informativos, porque la visión de cualquiera de los desastres que ocurren diariamente ya es la debacle emocional. Así que me aíslo en un mundo de Tomates y Semanas, donde la mayor desgracia es la separación de Genoveva y Cayetano (no me resisto más, reproduzco textualmente: "Genoveva está abriéndose paso en un camino no exento de dificultades para una mujer joven, que asume en solitario el día a día y los cuidados de sus hijos de corta edad"). Supongo que el hecho de que pida 15.000 € mensuales de manutención y la casa de Somosaguas contribuirá a allanar ligeramente ese camino difícil y tortuoso, pero claro, deduzco que es un ataque de clasismo invertido lo que me impide solidarizarme con esta pobre mujer. Yo me identifico más con los caballos de Cayetano, que lo tienen que aguantar (literalmente) todos los días.
En fin, lo único bueno de esos momentos es que sabes que se acaban. Pero de vez en cuando hay una sorpresa justo cuando piensas que no puede ir peor : de noche y en perfecta comunión con el sofá hago zapping a 40TV y me encuentro con "Buddy Holly" de los Weezer y todo vuelve a encajar como las piezas de un puzzle sideral, que diría Wyoming. Y me voy a la cocina a prepararme un bocadillo de tortilla a la francesa (con tomatico restregao, claro) cantando a grito pelao. Y me sienta fenomenal el bocadillo. Y ya aguanto hasta el final del capítulo 200 de "Hospital Central", incluido el vomitivo texto del cierre que acompaña a unas imágenes igualmente estomagantes. Y el texto me parece vomitivo de verdad (porque lo es, ya saben, del tipo "cada día es una crisálida" y tal) cuándo sólo media hora antes hubiera llorado con él más que con la muerte de Chanquete. Y Ángela Channing vuelve a ser mi referente vital. Y esta es la historia de cómo pasar de una Holy -Golightly- deprimida a un Holly -Buddy- estupendo con sólo una canción. Pues eso, que aquí les dejo a los Weezer para que los utilicen en caso de emergencia, que compartir es vivir. De nada. http://www.youtube.com/watch?v=FiIC5qcXeNU

lunes, 5 de noviembre de 2007

Tríos

En mi cama siempre nos acostamos tres: mi churri, Joserra y yo. Claro, nos acostamos tres pero seguimos dos, que es lo que suele pasar en los tríos, que uno se queda de mirinda mientras los otros dos se lo montan (que se lo digan a Ross Geller). En mi caso es mi churri el que se retira pronto para poder practicar la autohipnosis, porque hace "Un, dos, tres... Tony Kamo" a la altura de "hincha, tú eres el mejor" y se duerme, mientras yo me quedo con Joserra, Manolete, Lama, el sanedrín y la madre que los parió hasta las tantas. Todos para mí.
Y los escucho y parece que estoy oyendo Dónde estás corazón en versión sportiva: no se dejan hablar entre ellos, le tiran al cuello a María santísima, hacen preguntas al más puro estilo Mariñas (Joserra a un deportista que se ha quedado parapléjico: "y tú, de cintura para abajo... ¿nada de nada?"), se encarnizan en la lucha contra Mediapro... bueno, y si llevan a una deportista al programa se pasan el rato comentando si la muchacha es guapa o no, porque esa es otra: el papel de la mujer en el deporte. Todo se reduce a las jugadoras de voley playa, los gritos de Sharapova, la contraportada del As o las chicas de la segunda temporada de Maracaná (ya saben, metieron a un grupo de bailarinas vestidas como las Bratz el día que salen a pillar cacho). Y eso sin contar con los chistes que habrá tenido que soportar María Escario por ser una de las primeras comentaristas de deportes (ahora, como la chica ya tiene una edad la han relegado del imaginario masculino casándola con Mª Teresa, en justa venganza machista por seguir cumpliendo años).
Y claro, es que hay que vender sea como sea: ¿acaso el deporte -el fútbol, vamos- genera tanta información como para llenar todos los días periódicos deportivos y programas de radio y de televisión? Pues por lo visto no, así que hay que inventarse polémicas donde no las hay, convertir el deporte en un espectáculo de porno soft o dar titulares imposibles, lo mismiquio que pasa con los programas del corazón. Eso sí, gracia sí que tienen los jodíos, porque hay días en que viendo las portadas en el kiosko una no sabe si comprarse el Marca o El Jueves.
Así que para desengrasar de todo esto me leo los artículos de John Carlin sobre la liga inglesa en EL PAÍS, que son una auténtica virguería a pesar de la decepción que me he llevado al ver su foto (antes de ponerle el acento a la I no salía): yo me esperaba un inglés delgado y decadente, tipo Sebastian Flyte, y me encuentro a un gordito rollo Philippe Starck principios de los noventa. Pero bueno, da lo mismo, los artículos siguen siendo igual de interesantes, sobre todo desde que tenemos a media plantilla jugando allí. Por cierto, ahora que se va Juande para allá a ver si le lleva una cestica con verduras frescas a Benítez, que con tantas baked beans sea está poniendo hecho un cerdico.
Y se preguntarán ustedes después de tanto rollo: ¿por qué esta tipa escucha El Larguero? Pues miren, primero porque si cambio el dial mi marido sale automáticamente del trance y me dice con voz de ultratumba "no lo quites, que lo estoy escuchando". Segundo, porque me va la marcha, claro. Y tercero, porque estoy esperando a ver si fichan a Nico Abad (Cuatro) y a sus zapatillas y me monto un trío en condiciones.